sábado, mayo 28, 2005

Más sobre la discriminación

Regreso de nuevo con el tema de la discriminación, pero ahora con algo mucho más serio. Esta vez se trata de un artículo muy interesante escrito por Gilberto Rincón Gallardo donde nos presenta algunos de los resultados más impactantes de la primera Encuesta Nacional sobre Discriminación. Resulta curioso observar que, según la encuesta, casi la mitad de los mexicanos "rechazarían compartir su casa con un homosexual, com un enfermo de VIH-Sida o con un extranjero centroamericano" y que en el cumplimiento de derechos de los niños, Estados como Guerrero y Chiapas obtengan un índice de 2.9 en una escala de 0 al 10.

Aquí les va...

Números que no son fríos
Por Gilberto Rincón Gallardo

La primera Encuesta Nacional sobre Discriminación ha arrojado resultados no sólo sorprendentes sino también alarmantes. Esta encuesta, realizada por la Secretaría de Desarrollo Social, y en cuya difusión colabora el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, pone el dedo en la llaga de la discriminación en México, pues traduce a números y porcentajes la realidad de un país donde se discrimina en niveles inaceptables.

Hasta ahora, habíamos tenido percepciones imprecisas acerca de la gravedad de la discriminación en México... No sólo sabemos por los expertos que la discriminación es una forma grave de la desigualdad, sino que ahora sabemos que así lo considera la propia ciudadanía. Llama la atención que, según datos de esta encuesta, un 80 por ciento de las personas en México considere que la reducción de la discriminación es tan necesaria e importante como la reducción de la pobreza. Y no es extraña esta opinión, porque tanto la pobreza como la discriminación son formas precisas de la desigualdad. La pobreza es una reducción objetiva en la capacidad de allegarse bienes y servicios respecto de una medida aceptable de ingresos y bienestar, mientras que la discriminación es una relación de dominio, exclusión y denegación de derechos basada en los estigmas y los prejuicios infundados hacia ciertos grupos sociales.

De esta manera, nos enteramos, por ejemplo, de que más del 65 por ciento de la población indígena dice haber sufrido discriminación durante el último año, y que el 88 por ciento dice haber sufrido exclusión alguna vez en su vida por ser indígena. También podemos percatarnos de que casi la mitad de los mexicanos rechazarían compartir su casa con un homosexual, con un enfermo de VIH-sida o con un extranjero centroamericano. Igualmente amargos son los datos que muestran que a uno de cada cuatro mexicanos le parece lógico pedir un examen de embarazo para contratar a una mujer y que una proporción similar piense que las mujeres son violadas porque provocan a los hombres.

Menos sonada, pero igualmente reveladora es la publicación del Indice de los Derechos de la Niñez, realizado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia en México y el Observatorio Ciudadano de Políticas de Niñez, Adolescencia y Familias.

El Índice de los Derechos de la Niñez está diseñado para medir el cumplimiento de derechos fundamentales de los niños y niñas mexicanas desde el embarazo hasta los cinco años de edad, es decir, cubre un periodo crucial para las expectativas de una vida saludable, para el desarrollo de capacidades básicas de la persona e incluso para la formación de una autoestima adecuada para vivir en sociedad. El índice cuantifica el grado de cumplimiento de tres derechos fundamentales de la niñez: a la vida, a crecer saludable y bien nutrido y a la educación. Para ello, se han analizado los factores de mortalidad infantil, mortalidad materna, relación entre peso y edad en los niños, mortalidad por desnutrición, inasistencia a la educación preescolar y analfabetismo en mujeres mayores de 15 años. Lo que se mide son datos absolutamente fundamentales como las posibilidades de que un niño mantenga la salud, la vida o acceda a la mínima educación para ser socialmente funcional.

Los resultados, aunque mejores que en el pasado, no son para generar optimismo. En una escala de 0 a 10, donde el cero es la ausencia de derechos y el diez es el cumplimiento pleno de derechos, el promedio nacional es de 5.71 puntos.

El problema es que incluso este promedio nacional puede ser engañoso, pues daría la impresión de que, bien que mal, México garantiza a sus niños algo así como poco más de la mitad de estos derechos fundamentales. La realidad es distinta. Este promedio se genera porque existen ocho entidades federativas que tienen un índice superior a 7 puntos, entre las que destaca Nuevo León, cuyo índice es de 8.1 puntos. A poca distancia se hallan los estados de Coahuila (7.91), Sonora (7.41), Baja California (7.29) y Colima (7.27).En contraste, las entidades con los índices más bajos son Guerrero con 2.9 puntos, Chiapas con 2.95 puntos y Oaxaca con 3.68 puntos.

El desarrollo regional desigual de nuestro país tiene un efecto claro en la calidad de vida de la niñez. Sin merecerlo, los niños mexicanos tienen desiguales expectativas de vida según donde les haya tocado nacer. Si "injusticia" no es el nombre de lo que sucede, entonces no existen palabras para nombrar esta realidad.

Los datos que estos estudios arrojan nos confrontan con la realidad difícil y agraviante de la discriminación que sufre la mayoría de la población mexicana. Construyen un espejo en el que no quisiéramos vernos reflejados y que, sin embargo, es indiscutiblemente real. Pero el conocimiento serio y detallado de esta realidad es una condición inexcusable para evitar que estas prácticas sigan marcando nuestra vida cotidiana. Aquí hay materia de sobra para alimentar las agendas de nuestros grupos políticos en los próximos meses, siempre y cuando otras prioridades no les parezcan más importantes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La discriminacion es, como tu ya dijiste, un terrible cancer que nos va a ir consumiento poquito a poquito, pero, eso es algo que tu y yo ya sabiamos, aunque no teniamos idea concreta de las proporciones. Ahora, lo que me gustaria que analicemos es, ¿cual es el origen de la discriminacion en mexico (y en el mundo)?.

Yo creo que el unico origen es la ignorancia y la falta de cultura, por consecuencia, en el particular caso del mexicano, la total falta de interes por su entorno. Esto es material para algo mucho mas explicado, pero ahi de lo dejo propuesto. Yo hare lo propio en mi blog.

Ahora, ¿existe una solucion?, si, de hecho dos, la de corto y la de largo plazo, la de largo plazo implica que desde ya, empecemos a educar a nuestros niños, cosa que veo dificil, pero no imposible, la de corto plazo es mas a mi estilo =), propongo que juntemos a todos los grupos minoritarios y los saquemos del pais, legal o ilegalmente, dejando solamente a los politicos, a los militares, a los homofobiocos, a los rateros, a las suegras... en fin, a todos los grupos que no queramos. Despues por medio de una serie de insultos bien desarrollados hacia las vacas, lograremos que la India nos Obsequie una ojiva nuclear, la cual estallara, preferentemente en el DF, pero alcanzara a matar a todo lo que este en unos 1000 Km, a la redonda.

Despues, esperaremos unos 10 años para regresar al pais y listo!... ya no hay ignorancia, discriminacion, etc, etc. =)

Si todo esto pudiera hacerse con una bomba H, para no dañar a las plantitas ni a los animalitos, mejor.

Jajajajaja, ¿ideas?

Suna Alvarez dijo...

se me hace un tema muy muy complejo, porque en verdad lo que debemos preguntarnos es ¿soy un discriminador?...
yo creo que la mayoría contestaría que si, lo he visto en todas partes a donde voy...
lo he visto con mis amigas y amigos, entre miembros de mi familia y la de otros amigos, compañeros de trabajo y entre bandas de música...he visto y escuchado la forma en que se expresan de toda clase de personas adultos, niños y ancianos, es triste pero es una realidad a la que estamos expuestos todo el tiempo...de hecho estoy segura que tu y el primero que hizo su comentario han discriminado alguna vez a alguien...no me consta pero es casi seguro que así ha sido, yo creo que para hacer que el mundo sea diferente debemos empezar por nosotros mismos...