Yo creo que hay gente que no hace nada para ser mejor. Esas personas se quedan presas de sus malos hábitos, de sus prejuicios. La costumbre las hace sentir cómodas. Pero están atadas. No evolucionan. No tienen tiempo para hacer un examen de conciencia. La introspección les fastidia. Son unos adolescentes, no tanto en cuanto a espíritu, sino a su capacidad para responder de forma responsable en la vida.
Y no estoy hablando de no seguir las pautas sociales a las que estamos condicionados por el simple hecho de convivir con los demás. Uno puede casarse o no casarse. Ser homosexual o heterosexual. Querer hijos o no. Terminar la carrera o dedicarse a otra cosa. En realidad no importa tanto el camino a seguir, mientras lo escojamos nosotros.
Me refiero al hecho de no aprender de nuestros errores. Si sabemos que el orgullo nos provoca conflictos, que la pereza nos ha dejado perder buenas oportunidades, que la mezquinidad nos vuelve amargos, que la soberbia nos roba amigos y que la ira destroza relaciones, ¿por qué demonios no podemos detenernos un instante a analizar nuestras acciones y decidir de una vez por todas que esta vez no nos vencerá el impulso negativo? ¿Por qué en vez de decir "necesito un abrazo" volteamos la cara? ¿Por qué es tan difícil?
Y aún con esta dificultad, hay quienes logran aprender del trecho recorrido y avanzan en la vida. Se vuelven más responsables, aprenden a valorar a la familia o a los amigos. Le toman amor al estudio y al trabajo. Se esfuerzan por evolucionar, por ser mejores.
Pero hay también quienes se quedan en el camino...
- Amaya
1 comentario:
wow, ots, uff, auch.
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