Érase una vez, érase que se era, una infame muchachita mentirosa y de risa fácil que prometía a su amiguita enviarle las fotos que habían tomado en sus múltiples y fascinantes aventuras por tierras aztecas. A pesar de tanta insistencia, la infame muchachita nunca cumplía sus promesas, dejando a su amiguita con una terrible ansiedad que le ocasionaba incontables patatuces, sudoraciones y taquicardias, dejándola al borde de la muerte en varias ocasiones. Tan mal estaba su amiguita, que el doctor le diagnosticó una faltitis de fotosíntesis crónica y le recetó un caldo de pollo, baños de sol constantes y masajes en los pies...
La muchachita infame siempre contaba con miles de pretextos para sortear los reproches desesperados de su impaciente amiguita : "ej que no traje el cable de la cámara, jajajaja"; "ej que tengo mucha chamba, jajajaja"; "ej que no me da tiempo, jajajaja"; "ej que fui a mi clase de natación, jajajaja"; "ej que son muchas fotos, jajajaja"; "ej que Marranis vino a Puebla, jajajaja"; "ej que se me olvidó, jajajaja", etc, etc, etc...
Así, entre risas y pretextos, pasaban los días... Hasta que un día, las fotos llegaron...
(continuará...)
- Amaya
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