lunes, enero 21, 2008

El día en que los recuerdos me azotaron

Añoro los nortes de Coatza. Añoro los viajes a la playa con los Gallardo y quedar frita por el sol. Añoro las desveladas en la Choza para estudiar para los exámenes. Añoro los chilaquiles de centrales platicando con las LRI. Añoro las tonterías de Héctor y Marvin. Añoro los concursos de teatro, de poesía, de conocimientos, de escoltas... Añoro los días de nieve y soleados de Montreal. Añoro las tertulias en La Garonne. Añoro las clases en Francia. Añoro los viajes a Coatza de 24 horas en los camiones de la Asociación para Semana Santa. Añoro las salidas en bicicleta con el Checho. Añoro los partidos de voley en tercero de secundaria. Añoro las pijamadas de residencias. Añoro las cartitas de amor en la secundaria. Añoro los buenos momentos de reflexión con Moni, Miriam y Edurne. Añoro las tormentas de verano en Coatza. Añoro la diversión de patinar con los amigos. Añoro las noches del Biba-Bar. Añoro las ocurrencias de Juanemilio. Añoro la alegría de Ellen. Añoro las escapadas a ver películas en casa de Kikis. Añoro los tacos de Doña Pina. Añoro las estrellas de Tapalpa y el calor de la fogata. Añoro las historias de extraterrestres del Robert. Añoro las caminatas bajo la lluvia en Toulouse. Añoro las canciones del Festival "Juguemos a cantar". Añoro la serie de Sledge Hammer. Añoro las fiestas de destrucción masiva en el cuarto de Paco y los cáfés de madrugada. Añoro las vueltas con Amelia por toda la Alemán. Añoro cantar con Susana. Añoro mis clases de ballet. Añoro las risas en el Harmon Hall. Añoro los suspiros por los amores platónicos. Añoro los partidos de fut en el Oasis. Añoro el trío Oscar, Iván y yo. Añoro los viajes de mochilazo en Europa. Añoro los kalimochos de Chez Ton Ton. Añoro las flores de los admiradores secretos. Añoro las clases de danza africana. Añoro ir en combi a la escuela. Añoro estar con mis amigos. Añoro estar con los Gallardo. Añoro la comida en mi casa. Añoro las tardes de hamaca y mangos con mi mamá. Añoro la tranquilidad de mi cuarto en Toulouse. Añoro ver el mar por la ventana.
- Amaya

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dice Benedetti, que cinco minutos bastan para soñar toda una vida, asi de relativo es el tiempo, yo digo que en 5 minutos bastan cuando te asaltan las añoranzas, digo tambien que cerca del final nos damos cuenta que lo unico que queda son las añoranzas asi pues celebro gratamente las tuyas que son una llamada del corazon a la memoria. te mando un beso