La importancia de haber tenido cáncer

Hablo en pasado porque me gusta (y necesito) pensar que ya me libré de él... pero es que con todas las teorías de programación neurolingüística, hasta me da miedo pronunciar la palabra.

Cáncer.

Aunque en todo este tiempo realmente yo nunca me encontré en estado grave, en el momento en el que te enfrentas a esta palabra que sabes que se aloja en tu cuerpo, en cierta forma siempre viene a la mente la posibilidad REAL de la muerte.

Cáncer.

Y entonces llega una especie de lucidez. Las cosas son mucho más claras. Es mucho más sencillo distinguir lo verdaderamente importante. No quieres perder el tiempo en enredos, ni en trivialidades.

Cáncer.

Llega una necesidad de alejarte de todo lo negativo, de lo que te consume, de lo que no disfrutas. Y sabes, en un momento de claridad, lo que quieres en la vida.

Cáncer.

Empiezas también a sentirte parte de una comunidad especial de personas que pasan por lo mismo y que están en una búsqueda constante de soluciones y alternativas. Le abres la puerta a lo imposible, a lo remoto, a lo extraño...

Cáncer.

Maduras. Y al mismo tiempo regresas a tu infancia. Y buscas la paz.

...

Hace un mes que Marilú fue de visita a Guadalajara y me preguntó con qué me quedaba de toda esta experiencia y qué era lo que me había marcado más. Yo le dije que primero me había afectado mucho la parálisis facial en una cuestión de autoestima y del hecho de no poder expresar muchas cosas a través de los gestos. Eso era algo que realmente me molestaba y me entristecía. A mí, que me encantaba hacer gestos, que daba mis clases usando un millón de expresiones faciales, que me encantaba carcajearme hasta destornillarme, lo peor que me pudo haber pasado era haber perdido el movimiento.

Pero luego llegó el diagnóstico del cáncer y todo eso pasó a un segundo plano. Mis prioridades cambiaron, había que combatir en otro frente.

Empecé a leer otro tipo de textos. Me familiaricé con los términos médicos. Investigué sobre alimentación. Probé remedios alternativos. Traté de estar más en contacto con mis amigos. Busqué actividades que me hicieran sentir productiva. Terminé mi tratamiento de radiaciones. Me mentalicé para sentirme bien conmigo y con los demás...

Ahora que estoy en una etapa de espera silenciosa siento un poco de miedo. Todos los libros que he leído dicen lo mismo: uno se siente desprotegido cuando terminan las radiaciones. Me siento bien físicamente, pero no quiero bajar la guardia. ¿Qué hacer?

Platicando con Ara surgió algo que me hizo reflexionar: ahora tengo que redefinirme como persona y empezar a hacer uso de otros recursos... ¿cuál era el concepto que tenía de mí misma antes de esta experiencia y cómo me veo ahora?

Tarea nada sencilla pero necesaria...

Después de todo esto, si soy sincera, tengo que admitir que el cáncer me ha ayudado a ser una mejor persona.

- Amaya