La primera vez que escuché esa frase se abrió un nuevo mundo ante mis ojos. Tal vez ustedes crean que es raro, pero fue hasta los 19 años que sucedió aquello. Antes de ese día jamás se me había ocurrido que alguien pudiera necesitar un abrazo y mucho menos expresarlo así, de golpe, directo, sin pensarlo.
Recuerdo que estaba en cuarto semestre de la carrera y mis amigas LRI y yo teníamos que hacer un trabajo en equipo, así que ya bastante entrada la noche nos reunimos en "La choza" (que era el área común de las residencias del Tec) y nos pusimos a "chambear", que en este contexto significa:
- Instalarnos con nuestra compu y tiliches anexos en una mesa
- Comer harta botana
- Beber un chingo de café
- Dar lluvia de ideas para el trabajo
- Investigar sobre el tema en internet
- Chatear por ICQ (Ah-Ah!)
- Viborear a los que pasaban
- Reírnos de chistes y anécdotas
- Abrir Word
- Teclear algunos párrafos
- Quejarnos de los maestros
- Quejarnos del trabajo en cuestión
- Coquetear con el chavo de al lado
- Platicar sobre nuestros novios
- Comer más basura
- Beber más café
- Reírnos de todo, hasta del café.
- Transformarnos en zombies por ahí de las 4:00 am...
Pues resulta que esa noche, mientras chambeábamos, una de mis amigas recibió la visita de su novio. No les voy a contar los detalles, pero en ese momento se pelearon por una tontería y entonces se salieron de "La choza" a platicar por un buen rato.
Cuando mi amiga regresó, se acercó a la mesa donde estábamos, nos miró con los ojos llenos de lágrimas y los labios temblorosos y alcanzó a decir antes de soltar el llanto:
"¡Necesito un abrazo!"
Casi instantáneamente nos paramos y la abrazamos. Luego nos platicó lo que pasó.
Pero yo me quedé un poco distraída después de su regreso. "Necesito un abrazo". La frase no me ha abandonado hasta hoy. Eso que mi amiga nos dijo ahí era algo que yo había necesitado decir miles de veces y nunca lo había hecho porque ni en mente ni en mi corazón había cabido dicha posibilidad. Expresar algo así tan honesto y tan fuerte a la vez no estaba en mi experiencia de vida. Y no es que yo nunca hubiera dado un abrazo antes de este episodio. Me refiero a esa parte de reconocer la necesidad del contacto físico, del consuelo, de la fragilidad emocional. Fue toda una revelación para mí.
Quizás algunos de ustedes piensen que todo esto es una tontería que raya en lo cursi. Tal vez sí. No lo sé. Sólo sé que fue un aprendizaje emocional y que a partir de analizar todo su significado he sido capaz de conocerme más y mejor.
- Amaya