lunes, diciembre 19, 2005

Regias aberraciones

Yo no sé si es necedad, esnobismo o simple ignorancia, pero los habitantes de Monterrey y la zona metropolitana siguen construyendo en zonas peligrosas. El riesgo geológico está presente al tratarse de una región montañosa. Esto resulta evidente para muchos de nosotros, pero parece que todavía hay algunos obstinados que no logran ver más allá de sus narices y no pueden dejar de considerar a los cerros y laderas como el lugar perfecto para ver realizadas sus más profundas pretensiones elitistas.

Los expertos saben que en estas zonas siempre está presente la posibilidad de que ocurra algún accidente y que se produzcan daños materiales o, peor aún, daños a la integridad física de las personas.

Un grupo de estudiantes de la Escuela de Graduados en Administración Pública y Política Pública (EGAP) del Tecnológico de Monterrey, llevó a cabo en fechas recientes una propuesta de política pública para enfrentar uno de los problemas cada vez más recurrentes en materia del uso de suelo, el cual tiene que ver con la construcción de inmuebles en zonas de riesgo.

Dicha propuesta tiene como objetivo capacitar a los Directores de proyecto y peritos responsables de las obras de construcción por medio de una certificación para que exista mayor profesionalismo y responsabilidad en el otorgamiento de licencias para uso de suelo en el municipio de San Pedro Garza García, y lograr con ello una reducción de perjuicios a los ciudadanos por daños a sus viviendas.

Uno de los beneficios que traería la implementación de la propuesta hecha por los estudiantes de la EGAP es el hecho de contar con un registro de todos los casos de accidentes ocurridos a causa de la construcción en zonas de riesgo. Estos casos serían objeto de estudio por parte de la red de expertos, lo que ayudaría a contar con un mejor conocimiento de la problemática en materia de uso del suelo.

Por otro lado, cabe señalar que esta propuesta también considera la posibilidad de establecer un sistema de sanciones efectivas para los responsables del otorgamiento de licencias para construir.

Lo anterior traería consigo un mayor compromiso por parte de los responsables al momento de verificar y aprobar los permisos de construcción, lo que contribuiría, a su vez, a una mayor transparencia en dicho proceso y a una mejor rendición de cuentas de parte de los gobernantes.

Las leyes del municipio de San Pedro contemplan sanciones por negligencia respecto a la construcción; sin embargo, según lo comentado por algunos conocedores del tema, no ha habido casos en los cuales se hayan aplicado dichas sanciones. Lo que ellos dicen es que realmente no hay forma de hacer pagar a los culpables. La ventaja de la propuesta en cuestión es que en caso de algún problema, sería más fácil identificar a los responsables y aplicar las sanciones correspondientes.

El mediatizado caso de Colinas de San Jerónimo no ha hecho más que confirmar la necesidad de establecer medidas nuevas para contrarrestar los problemas generados en relación a la falta de planeación en materia de uso de suelo.

Precisamente, uno de los mayores problemas es la falta de conciencia de las personas que insisten en llevar a cabo construcciones en zonas de alto riesgo. Pero no sólo eso, aquellos que otorgan los permisos de construcción en dichas zonas no están exentos de culpa, ya sea que lo hagan por falta de ética profesional o por falta de conocimiento.

Por esta razón resulta trascendental ampliar los conocimientos a través de la capacitación de peritos con el fin de elaborar estudios de suelo mucho más específicos, reduciendo el riesgo de posibles desastres.

Evidentemente, el conocimiento es uno de los factores clave en la generación de soluciones más efectivas a los problemas comunitarios, pero no es suficiente. También hace falta la voluntad política para llevar a cabo los cambios necesarios y desarrollar la proactividad a través de la prevención, dejando atrás las disposiciones reactivas a las que tanto estamos acostumbrados.
- Amaya

viernes, diciembre 16, 2005

Amor del verde

“Dupla de payasos”. Así calificó en días pasados a Vicente Fox y a Elba Esther Gordillo el no menos chocarrero Niño Verde, muy poco conocido por los mexicanos como Jorge Emilio González, líder del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).

La frase no puede ser más divertida si tomamos en cuenta el número de chistes que circulan por ahí aludiendo a uno de los tantos videoescándalos acaecidos, cuyo protagonista fue precisamente el líder del PVEM. El ingenio mexicano ni siquiera perdonó el ahora famoso apodo de “El niño verde” (también he oído que le dicen “El niño muerde”).

El inmaculado Jorge Emilio González etiquetó de corrupta a la líder del SNTE y afirmó que no tenía la calidad moral para criticar a nadie…

No se ría, es en serio.

Que quede claro que mi propósito no es defender a nuestro señor Presidente ni a la intachable Elba Esther, simplemente pretendo exponer la facilidad con la que los actores políticos lanzan frases francamente jocosas y analizar con el mismo tono risueño algunos datos interesantes relacionados a los principios del PVEM, razón por la cual me di a la tarea de visitar el portal electrónico de este partido.

Tremenda sorpresa la que me llevé. Quizá usted no lo sepa, pero déjeme decirle que los principios fundamentales del Partido Verde son el amor, la justicia y la libertad. Sí, leyó usted bien: Amor. Justicia. Libertad.
Lo de justicia y libertad no me resulta nada extraordinario. Creo que todos los partidos políticos utilizan principios similares para adornar sus discursos y programas políticos. Pero, ¿qué tal lo del amor? ¿No le parece de lo más romántico? En estos tiempos de política tan salvaje, de traiciones, de corruptelas, de engaños y de intentos de desafuero, ¿no es acaso admirable que un partido político se preocupe por este sentimiento tan sublime?

Obviamente tenemos que entender que las declaraciones hechas por el Niño Verde en contra de Fox y Gordillo son el resultado del amor que profesa el líder del PVEM hacia Roberto Madrazo, a quien describió como una persona “que tiene una visión muy clara de lo que se debe de hacer en la Presidencia de México”.

Otra verdadera prueba de amor fue la realizada por Bernardo de la Garza, quien abandonó su candidatura a la presidencia para unirse al proyecto siciliano del candidato del PRI, decepcionando así a miles de mexicanos que estaban dispuestos a votar por él. Bernardo está conciente de la importancia que reviste la aprobación de reformas a nivel legislativo y está dispuesto a sacrificarse por ello. Los diputados, los senadores y el dinero que ganará el PVEM a cambio de la alianza son sólo factores secundarios. Ese sí es amor del bueno.

Amor a México también es el que mostró la militancia del PVEM al darle la espalda al PAN para las próximas elecciones de 2006 por el hecho de haber traicionado el proyecto que juntos construyeron en el 2000 con el objetivo de tener un México mejor, más bonito y más amoroso.

Pero la muestra suprema de amor es aquélla emprendida por el diputado Jorge Kawagi, quien decidió participar en Big Brother VIP para mostrarnos a todos los mexicanos sus más íntimos pensamientos y sus más nobles intenciones, además de darnos la satisfacción de ser testigos de su admirable condición de boxeador. Y todo eso, sólo por amor a nuestro país.

Pero este asunto del amor no es el único que llamó mi atención de los postulados enarbolados por el PVEM. Algo que me parece sumamente significativo es que el PVEM tiene “la obligación de no aceptar pacto o acuerdo que lo sujete o subordine a cualquier organización internacional, o lo haga depender de entidades o partidos políticos extranjeros o nacionales”.

Así pues, querido lector, estamos ante un partido que predica el amor, que es coherente, que no se somete, que no tiene mañas, que no funciona como un negocio familiar, que no se vende, que no traiciona a sus antiguos aliados. Es el partido perfecto. Es el Partido Verde Ecologista de México.

- Amaya

miércoles, diciembre 14, 2005

Severiano Marichal

El recuerdo que tengo de él es más bien vago. El día de su muerte me paré frente a la ventana del cuarto de mis padres. Sí, ahí donde se puede echar un vistazo al patio trasero de mi casa. Estaba como hipnotizada. Apenas comprendía lo que pasaba. Tendría unos 5 ó 6 años.

Con el tiempo, empecé a conocer poco a poco a aquél hombre de pelo canoso que aparece de repente en las fotos familiares. Ahora sé que su tesoro era la biblioteca del segundo piso de esa casa ubicada sobre la calle 18 de marzo. Sé que era un hombre de ideas, de una inteligencia superior. Era un marino. Un viajero infatigable. Era un cubano atrapado en el cuerpo de un español de Canarias que huyó de su casa a los 12 años para subirse a un barco y conocer el mundo. Era un luchador social. Un defensor de la justicia. Un rebelde para la época que le tocó vivir. Un humanista en todo el sentido de la palabra.

Las historias que cuentan sus hijos son como las piezas de un rompecabezas que van acomodándose para dar forma a un hombre que ahora admiro profundamente.

Si tan sólo hubiera tenido la oportunidad de platicar con él. De política. De Cuba. Del socialismo. De la expropiación petrolera. De Lázaro Cárdenas. Del imperialismo yanqui… Pero también de música, de comida, del mar. De sus hijos. De mi abuela.

De la vida… De lo que sea…

- Amaya

Deudas, créditos y compras navideñas

Según la opinión de algunos analistas, la posibilidad de un descalabro económico en nuestro país para el 2006 queda descartada. Sin embargo, dichos vaticinios aún están por verse, ya que cualquier tropiezo podría provocar daños en la economía familiar, actualmente presionada por endeudamientos de todo tipo.

A pesar de que existe cierto nerviosismo por las elecciones, para el 2006 se pronostica un crecimiento del PIB alrededor del 3.0% y se augura un buen desempeño de la actividad productiva en general.

Siguiendo en esta misma línea de optimismo, hace apenas unos días se divulgó el dato del más bajo nivel inflacionario anual que ha logrado México desde 1970, noticia que seguramente ha suscitado regocijo en los selectos círculos tecnócratas de nuestro país y en todos aquellos mexicanos que, con fervor guadalupano, ruegan que los precios no aumenten más que sus salarios.

Es cierto, la economía nacional presenta cifras macroeconómicas que muchos países envidiarían. Pero ojo, esta aparente estabilidad económica ha traído consigo efectos perversos, sobre todo en las finanzas personales.

El ambiente se ha vuelto propicio para que el ciudadano común no lo piense dos veces y tramite no una, sino varias tarjetas de crédito; para que obtenga préstamos a diestra y siniestra; para que adquiera un crédito hipotecario o un automóvil en cómodas mensualidades; para que compre ropa y aparatos electrónicos con las fabulosas promociones de las tiendas departamentales; y, en general, para que consiga endeudarse hasta el cuello.

La proliferación de instrumentos crediticios es impresionante. Según datos de la Asociación de Bancos de México, en este último año fueron otorgados por la banca préstamos por más de 180 mil millones de pesos, de los cuales 83 mil millones fueron destinados solamente a créditos al consumo, con un aumento en octubre a una tasa anual de 48%. Por otro lado, también se ha visto un aumento creciente del crédito hipotecario, el cual alcanzó en el mes de octubre una tasa anual de 57%.

Sin embargo, no todos los tipos de crédito han crecido de la misma manera: el financiamiento destinado a las empresas -particularmente pequeñas y medianas- ha reportado una menor actividad. Esto significa que los mexicanos estamos pidiendo más préstamos para comprar bienes de consumo medio, que para reinvertir en nuestras empresas y mejorar la productividad de las mismas.

La época navideña desmejora todavía más esta situación. Compras precipitadas por doquier. Aguinaldos condenados a desaparecer aún antes de ser entregados al trabajador. Gastos excesivos. Endeudamientos. Sólo basta con visitar cualquier centro comercial para darse cuenta de la cantidad de personas que, poseídas por el frenesí de las compras navideñas, caen en la tentación de gastar dinero que no tienen.

Hoy en día tenemos en México cerca de 50 millones de tarjetas de crédito, es decir que, en promedio, uno de cada dos mexicanos cuenta con una de ellas. Según datos del Banco de México, el crédito otorgado a través de las tarjetas de crédito en octubre pasado fue de 129 mil millones de pesos. La plastificación de la economía es evidente y esto podría representar un riesgo para las finanzas personales si tomamos en cuenta que los intereses de los préstamos de las tarjetas de crédito pueden llegar a ser hasta 5 veces más altos que los rendimientos generados por el ahorro bancario.

Lo más alarmante es que a pesar del aumento de la oferta de créditos, éstos no han presentado disminuciones significativas en sus costos, por lo que los consumidores se verán forzados a pagar el alto precio de las distorsiones del mercado financiero.

Ante esa situación y sin pretender opacar la alegría propia de esta época, lo único que me queda es hacer un llamado a la prudencia y al buen juicio de los consumidores. Después de todo, ya hemos pasado por épocas similares y conocemos las consecuencias del endeudamiento irracional.
- Amaya

lunes, diciembre 05, 2005

http://pincheschinos.blogspot.com


Todo empezó cuando descubrieron que un chino se había pirateado el logo del IMSS para su propia empresa...
"Decidimos empezar este blog justo después que un pinchechino pensara que era buena idea ROBARSE EL LOGOTIPO DEL IMSS para su compañía y pensara que nadie se daría cuenta".
Fue así como nació http://pincheschinos.blogspot.com
La verdad, vale la pena visitar este blog. Ampliamente recomendado. Sólo chequen la foto del logo pirata... jeje...
- Amaya

Ciudadanos desciudadanizados

Supongamos que un buen día salen a las calles todas las mujeres de este país a barrer el frente de sus casas. ¿Se imagina usted esta pintoresca y casi utópica escena?
Bueno, pues así lo imaginó también José Saramago en su novela Ensayo sobre la lucidez, quien narra un pasaje similar en el que las mujeres de una ciudad anónima toman la decisión de invadir las calles “armadas con escobas, cubos y recogedores”, todo esto debido a la huelga declarada por los trabajadores del servicio de recolección de basura.
En la ciudad sin nombre que nos relata Saramago ocurre algo particularmente alarmante: sus habitantes deciden ejercer sus derechos ciudadanos de la noche a la mañana.

¿Y si eso mismo pasara en México? ¿Si un día nos levantáramos todos y cada uno de los habitantes de este país con el firme propósito de ser ciudadanos en todo el sentido de la palabra? Con la voluntad para respetar las leyes, para dejar de ser corruptos, para pagar impuestos, para actuar solidariamente, pero sobre todo, para tener la capacidad de exigir el respeto a nuestros derechos políticos, económicos y sociales como una condición necesaria para el buen funcionamiento de un gobierno democrático.

Muchos de los problemas que enfrentamos en la actualidad tienen que ver con la incapacidad de los gobiernos para responder a las crecientes demandas de la sociedad y para hacer prevalecer un efectivo estado de derecho. Esta situación no es nueva. Gobiernos ineficientes han existido en todas las épocas y las respuestas de las sociedades han sido diferentes para cada uno de los casos. Entonces, ¿qué es lo que hace que una sociedad sea exigente y no sólo demande cuentas a sus gobernantes sino que además realice las acciones adecuadas para promover la eficiencia de todo el aparato gubernamental?

La democracia es sin duda el orden político de nuestros días. Está de moda. Sin embargo, el simple hecho de contar con un gobierno que ostente la etiqueta de “democrático” no basta. El buen funcionamiento de la democracia como régimen político depende en gran medida de las acciones emprendidas por la sociedad civil.

¿Qué es lo que le falta a la sociedad civil en nuestro país?

Civismo. Participación. Cultura política.

Es verdad, la falta de cultura política en nuestra sociedad parece ser un mal tan arraigado que resulta muy difícil revertir. Diría Federico Reyes Heroles que “no contamos todavía con demócratas por convicción”; tal vez tiene razón pero yo todavía albergo la esperanza de que esta situación cambie para bien.

Ya hemos sido testigos de algunas tendencias positivas: la práctica del “dedazo” en épocas priístas también parecía imposible de superar y hoy en día los mexicanos vivimos la posibilidad de elegir al candidato por el que votamos y no al predilecto del presidente en turno, y así como van las cosas (¡y las encuestas!) podemos vislumbrar en el 2006 posibilidades reales de una nueva alternancia en el poder.

Claro está, tampoco pretendo que la sociedad civil cargue con toda la responsabilidad de los males que sufre nuestro país. Por eso creo que también es necesario señalar el obstáculo enorme que representan la pobreza y la exclusión social para el ejercicio de la ciudadanía, puesto que aquéllos que sólo se encuentran dedicados a la urgencia cotidiana de sobrevivir, difícilmente participan en la política. Y esta situación constituye una manera más de cerrar los espacios públicos en los regímenes democráticos de nuestros días, contribuyendo a la formación de una masa de ciudadanos “desciudadanizados” que no hacen más que incrementar la amenaza latente de la ingobernabilidad, del estallido social y de un posible retroceso al autoritarismo de décadas pasadas.

Con relación a este último punto resulta pertinente comentar que en un estudio realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo 2004 sobre democracia, 57% de la población de América Latina aceptaría de nuevo el autoritarismo si ello conlleva prosperidad.

En este sentido, la paradoja de la inclusión política y la exclusión social se convierte entonces en uno de los grandes desafíos y retos para la consolidación de la democracia y de una ciudadanía participativa.

Así como la democracia es un ideal, el concepto de ciudadanía también lo es. Es cierto, no existe la sociedad civil perfecta, pero no puedo concluir sin citar una frase de Carlos Vilas que refleja la importancia de ejercer una ciudadanía plena y efectiva: “Más que una simple contradicción en los términos, una democracia sin ciudadanos es un proyecto político para la exclusión social”.

- Amaya

domingo, diciembre 04, 2005

El país de uno

Por Denise Dresser

Alguna vez, el periodista Julio Scherer García le pidió a Ernesto Zedillo que le hablara de su amor por México. Le sugirió que hablara del arte, de la geografía, de la historia del país. De sus montañas y sus valles y sus volcanes y sus héroes y sus tardes soleadas. El ex Presidente no supo qué contestar. Hoy es probable que muchos mexicanos tampoco sepan cómo hacerlo. Hoy el pesimismo recorre al país e infecta a quienes entran en contacto con él. México vive obsesionado con el fracaso. Con la victimización. Con todo lo que pudo ser pero no fue. Con lo perdido, lo olvidado, lo maltratado.
México padece lo que Jorge Domínguez, en un artículo en Foreign Affairs, bautizó como la "fracasomanía": El pesimismo persistente ante una realidad que parece inamovible. La corrupción no puede ser combatida; los políticos no pueden ser propositivos; la sociedad no puede ser movilizada; la población no puede ser educada; los buenos siempre sucumben; los reformadores siempre pierden. La luz al final del túnel sólo ilumina el tren a punto de arrollar a quienes no pueden eludir su paso. El país siempre pierde. Los mexicanos siempre se tiran al vacío desde el Castillo de Chapultepec y no logran salir de allí. Por ello es mejor callar. Es mejor ignorar. Es mejor emigrar.
En México, como diría Elías Canetti, los pesimistas son superfluos y 2004 demuestra por qué. Éste es el año de los videos escándalos y el video violencia. De los maletines llenos y las reformas inexistentes. De los priistas robustecidos y los panistas divididos. De las primeras damas que quieren el poder y de las mujeres que abusan de él. Del sabotaje a Andrés Manuel López Obrador y del auto sabotaje a sí mismo. De la sucesión adelantada y la política paralizada. De desafueros amenazantes y consortes que también lo son. Éste es el año de marchas que no van a ningún lado y de presidentes que tampoco lo hacen.
Vicente Fox se encoge en Los Pinos mientras Marta Sahagún no quiere que la saquen jamás de allí. El Niño Verde negocia un soborno mientras su partido vive de ellos. René Bejarano carga maletines mientras Carlos Ahumada los llena. El embajador ante la OCDE compra colchones y el erario los paga. Dos policías arden en Tláhuac mientras Marcelo Ebrard decide qué no hacer. Roberto Madrazo se apropia del PRI mientras su partido se lo permite. Crónica de catástrofes; crónica de corruptelas; crónica de personajes demasiado pequeños para el país que habitan.
El país de las contradicciones permanentes. El país de las máscaras que ocultan y las caras que sonríen. El país que produce a Marta Sahagún pero también a Marta Lamas. Que produce a Fátima Mena pero también a Fátima Fernández Christlieb. Que produce a Manlio Fabio Beltrones pero también a Rossana Fuentes Beráin. Que produce a José Murat pero también a María Rojo. Que produce a René Bejarano pero también a Julieta Fierro. Que produce a Roberto Madrazo pero también a Ricardo Legorreta. Que produce a Jorge Hank Rhon pero también a Jorge Volpi. Por cada tache hay una paloma. Cien palomas. Miles.
Frente a todos los motivos para cerrar los ojos están todos los motivos para abrirlos. Frente a las razones para perder la fe están todas las razones para recuperarla. Los murales de Diego Rivera. Las enchiladas suizas de Sanborn's. Las mariposas en Michoacán. El cine de Alfonso Cuarón. El valor de Sergio Aguayo. Los huevos rancheros y los chilaquiles con pollo. La sonrisa de Carmen Aristegui. La medalla de Ana Gabriela Guevara. El mole negro de Oaxaca. Los libros de Elena Poniatowska. La inteligencia de Lorenzo Meyer. Los tacos al pastor con salsa y cilantro. El humor de Carlos Monsiváis. El mar en Punta Mita. Las canciones de Julieta Venegas. La poesía de Efraín Huerta. El Espacio Escultórico al amanecer. Cualquier Zócalo cualquier domingo.
La forma en que los mexicanos se besan y se saludan y se dicen "buenas tardes" al subirse al elevador. Las fiestas ruidosas los sábados por la tarde. La casa de Luis Barragán. Los amigos que siempre tienen tiempo para tomarse un tequila. La decencia de Germán Dehesa. Los picos coloridos de las piñatas. Las casas de Manuel Parra. Las buganvilias y los alcatraces y los magueyes. Las caricaturas de Naranjo y los cartones de Calderón. El helado de guanábana. La talavera de Puebla. Las fotografías de Graciela Iturbide. Los mangos con chile parados en un palo de madera. Las comidas largas y las palmeras frondosas. La pluma de Jesús Silva-Herzog Márquez. Las mujeres del grupo Semillas y las mujeres que luchan por otras en Juárez.
Cada persona tendrá su propia lista, su propio pedazo del país colgado del corazón. Una lista larga, rica, colorida, voluptuosa, fragante. Una lista que debe comenzar con las palabras de la chef Marta Ortiz Chapa: "Siempre me gustó ser mexicana". Una lista con la cual contener el pesimismo; un antídoto ante la apatía; una vacuna contra la desilusión. Una lista de lo mejor de México. Una lista para despertarse en las mañanas. Una lista de Año Nuevo. Una lista para pelear contra lo que Susan Sontag llamó "la complicidad con el desastre". Porque el credo de los pesimistas produce la parálisis. Engendra el cinismo. Permite que hombres como Manlio Fabio Beltrones promuevan el juicio político contra los jueces de la Suprema Corte y nadie se lo impida. Permite que los partidos vivan del presupuesto público sin cumplir con la función pública. Permite que los legisladores no actúen como tales. Permite la persistencia del status quo. El pesimismo es el juego seguro de quienes no quieren perder los privilegios que gozan, los puestos que ocupan, las posiciones que cuidan. El pesimismo es la cobija confortable de los que no mueven un dedo debajo de ella. Es el lujo de los que rentan el carro pero no se sienten dueños de él.
Y durante demasiado tiempo, México ha sido un país rentado para sus habitantes. Ha pertenecido a sus líderes religiosos y a sus tlatoanis tribales y a sus colonizadores y a sus liberales y a sus conservadores y a sus dictadores y a sus priistas y a sus presidentes imperiales y a su intelligentsia y a sus partidos y a sus élites. No ha pertenecido a sus ciudadanos. Por eso pocos lo cuidan. Pocos lo sacuden. Pocos lo aspiran. Pocos lo lavan. Pocos lo enceran. Pocos piensan que es suyo. Pocos lo tratan como si lo fuera. Porque como dice Larry Summers, el presidente de la Universidad de Harvard, nadie nunca ha lavado un carro rentado.
Pero quienes saben que el país es suyo no viven con el lujo del descuido. Quienes han vivido años fuera de México saben lo que es andar con el corazón apretado. Lo que es caminar a pasos de pequeñas nostalgias y grandes recuerdos. Lo que es extrañar el olor y el sabor y la bulla y la luz. Lo que es querer tanto a un país que uno siente la imperiosa necesidad de regresar y salvarlo de sí mismo. Lo que es vivir pensando -de manera cotidiana- que los gobernados pueden y deben vigilar a quienes gobiernan. Que los partidos políticos pueden y deben reducir la violencia social y pavimentar la ruta democrática. Que la oposición puede y debe redefinir los términos del debate público. Que la clase política entera puede y debe fomentar la conexión entre la democracia y los ciudadanos. Que no es demasiado pedir.
Las soluciones están allí para ser instrumentadas. Las recetas están allí para ser aplicadas. Las reformas están allí para ser ejecutadas. Abarcan la reelección de los legisladores y la reforma política y la reforma fiscal y los juicios orales y la reforma a la Ley de Medios y la apertura de la televisión y la competencia en las telecomunicaciones y la lucha contra la violencia doméstica, entre muchas otras. Tanto por hacer; tanto por cambiar; tantos sitios donde amontonar el optimismo. El optimismo de la voluntad frente al pesimismo de la inteligencia. El optimismo de quienes creen que las cosas en México están tan mal que sólo puede mejorar. El optimismo perpetuo que se convierte en multiplicador.
En El Paciente Inglés, Katherine murmura "nosotros somos los verdaderos países, no los límites marcados en los mapas, no los nombres de los hombres poderosos". México no es el país de Andrés Manuel López Obrador o Santiago Creel o Roberto Madrazo. No es el país de los congresistas o los gobernadores o los burócratas o los líderes sindicales.
Es el país de uno. El país nuestro. En el 2005 y siempre.

Indiferencia

Ya nada nos impresiona. Ninguna foto nos conmueve. Las imágenes de guerra son como cualquier día de campo. 1,000,000 de muertos es sólo una cifra más de las que manejamos todos los días. Todo nos aburre. Hay un vacío en nuestras vidas . Somos autómatas.
Nos hemos convertido en "El extranjero" de Albert Camus.

Así también parece ser la prensa. Absurda. Indiferente. Insensible.
- Amaya

Deseos

Hoy quisiera tener un buen pretexto para escribir,
una cucharada de polvo de estrellas y 200 gr. de inspiración.

Y la mano de Dios…

Si tan sólo pudiera respirar profundo y trazar letras de oro con la mirada.
Y ver con las manos.
Y trasladarme con la facilidad de la luz.
Y hablar mil lenguas diferentes.

Quisiera cantar mis canciones al viento.
Y leer la música que se desprende de la lluvia.
Recorrer los ríos de la vida.
Hablar de lo sacro y lo profano.
Volar entre nubes azules y cielos blancos.
Crear fantasías con los dedos.

Y si hay tiempo, descubrir todos los misterios…

- Amaya

The other side

“Easy girl”, I thought. “Getting married is a piece of cake”.

Isn’t it?

I just don’t know anymore. I would like to have someone to do all the dirty work for me. You know what I mean? But then again I think this idea is kind of stupid if I take into account all the pleasure and the fun that takes organising the whole thing.

Did I mention “fun”? Oh-my-Gosh, I’ve already started to space out… This is not fun at all… In fact, it’s a very aching process. Believe me. Nobody helps you. It’s hyper expensive. You got stress for free. You have to make 1,000,000 decisions. You are excited and frightened at the same time. You wonder if you’re going to make it. And your life suddenly appears to you like a big mess, a total chaos.

Am I exaggerating? Am I getting cynical?

I guess so... In fact, it is a big change in your life but there’s nothing to be afraid of, that’s what people keep saying to me, so don’t take me wrong when I start to complain like a little baby girl. I’ve got the jitters and that’s all!

I want to clarify one thing: this is just the ironic, pessimist and black part of me. It’s not me. Well, yes but no. Let’s put it this way: Imagine that you’re listening to my evil clone who’s talking. Don’t even bother to read this shit. The real me is very happy with all this situation. Hey, I’m getting married after all!

- Amaya

Le coeur

La vie m’a donné la chose la plus inutile du monde :
Un cœur… et un grand en plus.
Et je me demande à quoi ça sert ?

Au moins avec les yeux je peux voir les couleurs.
Avec les mains je peux toucher la soie.
Avec l’oreille je peux entendre la musique la plus sublime.
Avec le nez je peux sentir la cannelle et la camomille.
Avec la bouche je peux goûter des lèvres sucrées.

Mais qu’est-ce qu’on fait avec un cœur ?
« Vivre », il me répond avec une toute petite voix.

Et je ne fais que me taire…

- Amaya