lunes, marzo 28, 2011

El ballet y sus tragedias


Quedé totalmente fascinada con este video. Creo que todas las que estuvimos en ballet sufrimos con la maldita primera posición, jaja. Pero esta niña realmente está pasando por un pequeño infierno. ¡Cuera!

- Amaya

lunes, marzo 21, 2011

jueves, marzo 17, 2011

Cosas que uno lee...

Cuando alguien escribe cosas como estas para uno, es cuando el corazón se encoge y se hace de pollo:

Hay seres en los que predomina el sentimiento… y son buenos;
Hay seres en los que predomina el sentimiento inteligente… y son muy buenos;
Y hay seres como tú, cuya vida, además, nos alegra y renueva la esperanza en la humanidad… ¡esos son los imprescindibles!

Gracias, tío Rigo.

- Amaya

miércoles, marzo 16, 2011

Historias para compartir

En estos días me he dedicado a buscar historias de sobrevivientes de cáncer, un poco para pensar que no estoy sola y otro más para inspirarme con sus experiencias y pensar que si ellos pudieron superar el cáncer, yo también podré.

Fue en esta búsqueda que Triny me compartió la historia de su mamá, la cual me dio permiso de publicar en este espacio. Al leer ese relato, me di cuenta que tenemos mucho en común y seguramente muchas otras personas que están pasando por una situación similar se sentirán identificadas también...

A nadie le gusta golpearse la cabeza… pero ese diciembre, “tuve que hacer mi gracia”. Un golpe tan fuerte se siente chistoso, es como si de tanto dolor, se te entumiera todo. Cuando me ví en el espejo ese chichón me sentí muy mal y a pesar de mí, tuve que ir al doctor cuando amaneció y ví que la mitad de mi cuerpo no se movía. A mí no me gusta depender de nadie y saber que no te puedes ni bajar bien el calzón para ir al baño me hacía sentir muy mal, muy inútil. Gracias a Dios que recuperé el movimiento y seguí trabajando, aunque no se crean, todas las tardes me agarraba mucho dolor de cabeza (pero como no me gusta tomar medicinas, no le decía a nadie y me aguantaba).

Estar enferma para mí es lo peor que me puede pasar. Muchos doctores haciéndome preguntas, para que después te digan, como todos que “te tienen que operar”. Cuando eso me dijeron, lo primero que pensé era a quien le iba a encargar que guisara en Navidad y Año Nuevo; mi hija mayor cocinaba muy feo y a Triny no le gusta la cocina. Al final mi hija la menor, fue la que tuvo que cocinar un pollo que le hizo falta mi sazón.

Después de que me drenaron el coágulo que se hizo por el golpe (y que los doctores descubrieron que era un tumor muy grande que tenía en esa parte de la cabeza), sentí cosquillas en el cuerpo, mi marido dice que eso era miedo. Yo le digo que no, miedo fue cuando me dijeron que me iban a hacer cesárea en mi tercer embarazo o cuando me enteré que estaba embarazada por cuarta ocasión.

Esas fiestas de diciembre fueron muy raras: por primera vez estaba en una cama, descansando y no me estaban presionando para que la cena estuviera lista, para que planchara la ropa de mi marido o para ir a juntas de la escuela. Yo creo que en un hospital no se descansa, ni tampoco uno puede tomarlo como vacaciones aunque todo el día estés en la cama.

En abril del siguiente año me quitaron el tumor y fue una operación de 16 horas; mi marido tuvo que firmar papeles en donde les quitaba la responsabilidad a los doctores de que yo me muriera, quedara tullida o en estado vegetal. ¡Les hubieran visto a todos la cara! Estaban más nerviosos que yo y eso que ahora sí yo sentía cuchi cuchi. Pero vamos por partes, no es que yo tuviera miedo a morirme (porque pienso que a todos nos toca la hora y no me voy a ir antes de lo que deba); mi mayor temor era quedar cuadrapléjica y depender de todos y al final, como siempre pasa, se hartaran de mí.

Esto que voy a decir es la primera vez que los que leen o escuchan esto se van a enterar: en el quirófano los médicos no pensaban que yo fuera a salir, yo lo alcancé a escuchar y pensé: “¡pinches doctores!” y dije que yo tenía que estar bien, por mi familia (y también para demostrarles a toda esa bola de batudos que era más fuerte que su ciencia).

Estando en recuperación de la operación, me enteré que tenía cáncer en la médula ósea. Cuando uno tiene cáncer todo cambia: aparecen amigos, familia, y hasta admiradores que uno no sabía que tenía o ya los habías borrado de tu memoria. Todos dicen que eres lo máximo y que le debes de echar ganas, que siempre van a estar contigo. ¡MENTIRA! Yo tengo 10 años de padecer cáncer y mi primo Alejandro solamente se ha venido a parar 3 veces después de la operación y no es que lo eche en cara, sino que para mí, la gente no dice la verdad para hacerte sentir bien. Gracias a Dios a mí me dieron de alta hace 6 años de las quimioterapias y de las radiaciones, aunque la enfermedad me va degenerando huesos y ahorita tengo osteopenia. Nunca me he tomado tan en serio los diagnósticos de los doctores y he tratado de llevar tratamiento alternativo (tomo Zambroza que me hace mucho bien); también me sigo manteniendo activa y aunque la verdad a veces no me quiero levantar, siento que si me quedo en la cama, no voy a salir de ella y bueno, uno nunca sabe las cosas bonitas que quedan todavía por vivir.

Le dicto todo esto a Triny, porque me pidió que le escribiera a su amiga Amaya.

¡Tú puedes Amaya! No hay nada más grande que tus ganas de salir adelante.

martes, marzo 08, 2011

La frase de hoy

“When I was young, my ambition was to be one of the people who made a difference in this world. My hope is to leave the world a little better for having been there.”

-Jim Henson

lunes, marzo 07, 2011

El chiste es comer frutas

Hoy me dice el Aleks mientras desayunábamos nuestro riguroso plato de frutas, como todas las mañanas:

- Oye, como que está pasada la papaya, ¿no?
- Al contrario, no está bien madura...
- No, sí está pasada... (y pone cara de fuchi).
- Mi amor, esa no es papaya, ¡es zapote!
- Ah, con razón...

Chavos, el primer paso para comer frutas es identificarlas correctamente, juju.

- Amaya.