Hasta el momento las encuestas electorales nos han revelado cuál es la intención de voto de la población. Obviamente siempre nos muestran al candidato favorito y, hoy por hoy, ese candidato es Andrés Manuel López Obrador.
A falta de un estudio concienzudo al respecto, últimamente me he limitado a aguzar el oído y escuchar las diferentes discusiones que se dan sobre la contienda electoral en los diversos espacios que frecuento. Tengo que confesar que este es un deporte que disfruto enormemente y que suelo practicar en el anonimato con el fin de evitar algún percance. Digamos que es mi forma de tomarle el pulso a este país y por lo menos aquí en Monterrey ya me ha tocado ser testigo de una buena serie de improperios lanzados sin empacho alguno contra todo aquello relacionado con las elecciones. Lo que me resulta sumamente curioso es que dichos arrebatos van dedicados, en gran parte, al candidato de la Alianza por el Bien de Todos, nada más y nada menos que el Señor López.
Viendo así la situación, no puedo evitar pensar que Andrés Manuel es como las Águilas del América: el más querido y el más odiado a la vez.
Hablando en serio, entiendo que existan diversas razones por las cuales dicho candidato no sea el favorito de la sociedad regiomontana. Sin embargo, creo que ha llegado el momento de dejar a un lado las pasiones políticas y ser más racionales a la hora de emitir juicios.
“¡Si gana el Peje nos vamos a hundir!”. “Se va a gastar todo el dinero en los viejitos”. “Es un porro”. “No sabe nada de negocios”. “Está peleado con los empresarios”. “Va a dejar al país endeudado, así como dejó al DF”. “Un presidente naco, ¡jamás!”, son sólo algunas de las frases favoritas del público.
Ante tal escenario lleno de imágenes negativas, me parece justo reconocer que el tabasqueño no es un costal de defectos. Desde mi punto de vista, ha sabido establecer contactos con una gran diversidad de actores de la esfera pública, al menos durante su gestión como Jefe de Gobierno del DF. Ejemplo de ello es el trabajo de remodelación del Centro Histórico de la Ciudad de México, empresa llevada a cabo con la colaboración del gobierno capitalino y la iniciativa privada, dentro de la cual sobresale el nombre de Carlos Slim, personaje que no requiere presentación alguna.
En cuanto al famoso endeudamiento, muy pocos saben del acuerdo al que se llegó para estabilizar la deuda pública del Distrito Federal, reduciendo el pago de intereses y estableciendo un índice del 6% anual (uno de los más bajos), además de colocarla en la banca privada. Esta situación ha permitido lograr un ahorro considerable de recursos económicos que han sido destinados a otros rubros, particularmente a todo lo relacionado con el desarrollo social. Además, cabe señalar que la deuda, la cual oscila alrededor de los 40,000 millones de pesos, representa un porcentaje mínimo del PIB del DF.
En general, según lo que he podido observar, hay una especie de polarización de la sociedad. De hecho, esta situación ya se está observando en diferentes ámbitos. Los medios de comunicación constituyen un ejemplo muy ilustrativo al respecto. En este sentido, es muy probable que se radicalicen las posiciones de todos aquellos que están a favor y en contra de López Obrador. Yo creo que si López Obrador llega a la presidencia, estará obligado a tomar una posición más moderada, como ya lo hizo cuando asumió la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, aunque sus detractores opinen que se convertirá en un Hugo Chávez que pondrá a temblar a todo el sector empresarial (líbranos señor de todo mal...)
Sé que la política tiene mucho de pasional, pero también debe tener su parte racional. Y es aquí donde los medios de información juegan un papel trascendental, ya que deben evitar caer en el juego de las exaltaciones políticas, como le ocurre con frecuencia al señor Pedro Ferriz de Con, quien incluye en sus sondeos de opinión preguntas tan torcidas y tan irrelevantes, que no hacen más que desatar pasiones innecesarias.
- Amaya