Voy a compartir con ustedes algunos pasajes de la novela El Zahir. Se trata de una reunión en donde los asistentes se dan a la tarea de relatar historias de amor y desamor en una especie de terapia colectiva donde nadie juzga a nadie.
Primera Historia:
La semana pasada fui a visitar a un amigo que vive solo en las montañas, cerca de la frontera con Francia; alguien que adora los placeres de la vida y que más de una vez ha afirmado que toda la sabiduría que dicen que posee le viene justamente del hecho de aprovechar cada momento.
Desde el principio, a mi marido no le gustó la idea: sabía quién era él, que su pasatiempo favorito es cazar pájaros y seducir mujeres. Pero yo necesitaba hablar con este amigo, estaba pasando por un momento de crisis y sólo él podía ayudarme. Mi marido sugirió un psicólogo, un viaje, discutimos, nos peleamos, pero a pesar de todas las presiones en casa, hice el viaje. Mi amigo me fue a buscar al aeropuerto, hablamos por la tarde, cenamos, bebimos, hablamos un poco más y me fui a dormir. Me desperté al día siguiente, anduvimos por la región y volvió a dejarme en el aeropuerto.
En cuanto llegué a casa, empezaron las preguntas. ¿Estaba solo? Sí. ¿Ninguna mujer con él? No. ¿Bebieron? Bebimos. ¿Por qué no quieres hablar del tema? ¡Pero si estoy hablando del tema! Estaban solos en una casa que da a las montañas, un escenario romántico, ¿no es cierto? Sí. Y aun así, ¿no ocurrió nada aparte de la conversación? No pasó nada. ¿Piensas que me lo creo? ¿Por qué no ibas a creerlo? Porque va en contra de la naturaleza humana – un hombre y una mujer, si están juntos, si beben juntos, si comparten cosas íntimas, ¡acaban en la cama!
Estoy de acuerdo con mi marido. Va en contra de lo que nos han enseñado. Jamás creerá la historia que le he contado, pero es la pura verdad. Desde entonces, nuestra vida se ha convertido en un pequeño infierno. Pasará, pero es un sufrimiento inútil, un sufrimiento por culpa de lo que nos han contado: un hombre y una mujer que se admiran, cuando las circunstancias lo permiten, acaban en la cama.
Desde el principio, a mi marido no le gustó la idea: sabía quién era él, que su pasatiempo favorito es cazar pájaros y seducir mujeres. Pero yo necesitaba hablar con este amigo, estaba pasando por un momento de crisis y sólo él podía ayudarme. Mi marido sugirió un psicólogo, un viaje, discutimos, nos peleamos, pero a pesar de todas las presiones en casa, hice el viaje. Mi amigo me fue a buscar al aeropuerto, hablamos por la tarde, cenamos, bebimos, hablamos un poco más y me fui a dormir. Me desperté al día siguiente, anduvimos por la región y volvió a dejarme en el aeropuerto.
En cuanto llegué a casa, empezaron las preguntas. ¿Estaba solo? Sí. ¿Ninguna mujer con él? No. ¿Bebieron? Bebimos. ¿Por qué no quieres hablar del tema? ¡Pero si estoy hablando del tema! Estaban solos en una casa que da a las montañas, un escenario romántico, ¿no es cierto? Sí. Y aun así, ¿no ocurrió nada aparte de la conversación? No pasó nada. ¿Piensas que me lo creo? ¿Por qué no ibas a creerlo? Porque va en contra de la naturaleza humana – un hombre y una mujer, si están juntos, si beben juntos, si comparten cosas íntimas, ¡acaban en la cama!
Estoy de acuerdo con mi marido. Va en contra de lo que nos han enseñado. Jamás creerá la historia que le he contado, pero es la pura verdad. Desde entonces, nuestra vida se ha convertido en un pequeño infierno. Pasará, pero es un sufrimiento inútil, un sufrimiento por culpa de lo que nos han contado: un hombre y una mujer que se admiran, cuando las circunstancias lo permiten, acaban en la cama.
El Zahir
Paulo Coelho
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