Estoy a 35 horas de dejar Monterrey. Llegué aquí en el verano de 1997 y no puedo evitar sentir nostalgia después de todo lo que viví en esta ciudad. No es la primera vez que siento esto. También me sentí así cuando dejé Guadalajara, cuando dejé Coatzacoalcos, cuando dejé Toulouse, y hasta cuando dejé Montreal... No sólo es incertidumbre o miedo al cambio. Muchas veces, como ahora, tuve la certeza que lo que venía era algo bueno. Es más que eso. Es la tristeza de separarse de un lugar que fue fértil en amistades, anécdotas, amor, madurez, conocimientos, alegrías, éxitos. Esto no significa que no haya vivido cosas difíciles, pero definitivamente puedo decir que el balance es positivo.
Soy un mar de emociones. Me sorprende la facilidad con la que puedo pasar de las lágrimas a las risas... No resisto ver mi cuarto semi vacío con las maletas casi listas y todos esos libros empacados. Pero al mismo tiempo me alegro al pensar que pronto estaré desempacando para instalarme en un nuevo hogar... Sé que vienen nuevos tiempos, buenos tiempos...
Por lo pronto: Gracias Monterrey!
- Amaya