El camino hacia el hotel lo hicimos pensando en que nos quedaba muy poco tiempo para la boda por el civil. "¿Y si se va el Juez? ¡Moisés, ya no pases al Oxxo por las chelas, vámonos directo al Terranova!" Finalmente llegamos con 5 minutos de retraso, pero el Juez no estaba todavía ahí, así que decidimos esperar en el interior para evitar los calores.
Llegó el Juez y nos acercamos al río donde ya estaba todo listo para la ceremonia. Miré a mi alrededor y me di cuenta que todo estaba perfecto. El sol brillaba espléndido, el río era una franja plateada que combinaba perfecto con los colores del jardín y el azul del cielo. Las damas de honor no se perdían con sus vestidos naranja. El Juez terminó su discurso con un "Que Dios los bendiga" que le quitó todo lo laico que yo esperaba. Recitó las palabras con un sólo olvido, que pasó casi inadvertido gracias a su asistente. Ya después nos enteramos que entre los invitados rondaba el rumor de que el Gobernador Fidel Herrera nos había enviado sus saludos cordiales...
El arco de flores que teníamos detrás de nosotros era el marco ideal para las fotos. Y así lo pensaron todos los invitados y después de cientos de flashazos de cámaras de todos los tamaños, colores y calidades, nos fuimos a bailar el vals. Sólo bastaron las primeras notas para que mi cuerpo se llenara de recuerdos. Todavía guardo en mi celular ese mensaje del 27 de enero de 2005 donde leí por primera vez la letra de esa canción que curiosamente describía con detalle todo lo que sentía...
Después de bailar con nuestros papás, familia y amigos, nos sentamos a comer. No había nada de que preocuparnos, todo estaba saliendo bien y faltaban aún muchos momentos por disfrutar...
- Amaya
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