Hoy me levanté y lo primero que hice fue ir a la sala a ver a Coloyo. Me llevé una sorpresa cuando no lo vi en su pecera. Entonces pensé que Alex lo había pasado a otro recipiente para poder cambiar el agua de su casita. Lo busqué por todo el departamento y no lo encontré. Sabía que había muerto, pero no lo quería aceptar. ¡Ni siquiera había cumplido 10 días con nosotros!
Dice Alex que tal vez ya estaba enfermo. Probablemente. Lo que no puedo creer es que un ser tan pequeñito y tan calladito se me haya ido de las manos tan fácilmente. ¡Qué frágil es la vida! Y qué triste es verla partir cuando eres responsable de ella.
- Amaya
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