Hace poco compré la edición conmemorativa de la novela Cien Años de Soledad. Recuerdo que cuando leí por primera vez ese libro llevaba clase de Literatura Latinoamericana. Iba con Edurne y la clase era buenísima. Además, la selección de lecturas no pudo haber sido mejor. Lástima que la profesora nos abandonara a un mes de terminar el curso para acompañar a su papá que estaba ya muy enfermo.
Me parece que empezamos con Borges. El relato del minotauro me hizo ver la típica historia del famoso guardián del Laberinto desde otra perspectiva, la del mismo minotauro. Y me quedé con la imagen de un ser que lucha contra la soledad y que no sabe que hiere y mata a aquéllos de los que sólo pretende ser su amigo.
Miguel Angel Asturias me conmovió con su relato El Señor Presidente. Una ¿exageración? de los poderes de los gobernantes latinoamericanos.
Todos y cada uno de los textos eran para gozarlos. Pero cuando llegamos a Gabriel García Márquez, Macondo y los Buendía se presentaron ante mis ojos como la historia condensada (fantástica y terrible a la vez) de Latinoamérica.
¡Qué manera de integrar lo universal y lo individual, lo mágico y lo real, lo ordinario y lo extraordinario, lo frívolo y lo profundo! Como cuando Remedios La Bella sube al cielo en un acto milagroso, sin que esto impida que las mujers de la casa sólo se preocupen por recuperar las sábanas que se llevó con ella.
Así empieza la historia de Macondo: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo"...
- Amaya
1 comentario:
yo ya compré el libro y me llaman mucho la atención los comentarios iniciales. Por cierto, me costó 100 pesos, una ganga para una obra de esa altura.
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