Cuando era niña, las vacaciones de verano eran tremendas. Me la pasaba casi siempre con los Gallardo y la verdad era bien pero bien chido porque cuando llegaba a Guadalajara me la pasaba de viaje en viaje. Una semana con la abuela Carmen, otra semana con mi tío Memo, otra semana con mi tío Poncho, otra semana con mi tío Rafa...
Lo mejor era que mis tíos salían de vacaciones también, entonces yo bien gandallita que era desde chiquita, aprovechaba para colarme con ellos. Así fue como conocí Mazatlán, Manzanillo, Colima, Puerto Vallarta, Guayabitos, Barra de Navidad, Melaque, Chapala, Tapalpa, Mazamitla y otros pueblitos bien bonitos que ya no me acuerdo.
Ah, y cómo olvidar aquel viaje a Chiapas cuando íbamos como 50 weyes metidos en una Suburban, bien apretados y bien grasosos pero felices cantando a todo pulmón... Me acuerdo que mi tío Roberto tenía antena parabólica, que era en ese entonces la cosa más fresa y más cara, el resto de la familia sólo veía Televisa e Imevisión, así que cuando llegamos, en vez de ver programas gringos bien acá, mis tíos ponían Rosa Salvaje, pa' no perderle el hilo... jaja!
Siempre me la pasaba increíble con la abuela, los tíos y los primos. Yo era la única jarocha entre toda esa bola de jalisquillos fanáticos hasta los huesos de las chivas. Obviamente se la pasaban burlándose de mi "pueblo bicicletero" y de mi ajento cojteño; y además me ponían mil apodos que no mencionaré porque es parte de mi gordo pasado de bebé.
Mis primos eran como mis hermanos. Sobran las anécdotas, como cuando Rigo se dio en la madre patinando, o esa vez que al Memito le quedó el pelo de otro color, o cuando el David era fanático de Jorge Campos, o las peleas mortales entre el Titi y Ale y también las de Paty y Poncho, o las locuras de la Mers (la tía más chida del universo) o el día en que mi tía Mily se trepó a la mesa por miedo al ratón, o todas esas historias de extraterrestres y fenómenos paranormales que nos contaba el güero y nos dejaba a todos con la baba escurriendo, o las revolcadas que nos daban las olas en la playa y salíamos todos noqueados y con 5 kilos de arena en el traje de baño.
La verdad es que los Gallardo son tan desmadrosos y tan a-toda-madre que es imposible no pasársela bien con ellos. Aunque, bueno, también son rechillones (me incluyo), sobre todo mi tío Memo (El Chepe, como le dicen sus hijos, por Che Pelón, jaja, se pasan...)
Y la columna vertebral de esta gran familia: la abuela Carmen. Aurora, para mí...
- Amaya
No hay comentarios.:
Publicar un comentario