Me pareció excelente el artículo de Miguel Ángel Granados Chapa sobre los tres años de gobierno de Felipe Calderón. Publicado por la revista Etcétera, el texto presenta un análisis perspicaz con un diagnóstico nada alentador:
Tres años
Quizá como nunca antes un antecesor suyo, el presidente Felipe Calderón llega al tercer año de su gobierno en tales condiciones de debilidad. Tal vez no es un "pato cojo" como en Estados Unidos se llama a un mandatario carente de poder, o que enfrenta obstáculos en extremo difíciles de abatir. Pero sus alcances son cortos, por más que intente lanzar reformas que más parecen intentos de hacer creer en la vitalidad de sus propósitos y de su empuje personal.
Porque circunstancias fuera de su control lo impusieron -la muerte de Juan Camilo Mouriño- o por insuficiencia en el desempeño de los titulares, el gabinete presidencial ha tenido que ser reajustado en posiciones principales: ha habido tres secretarios de Gobernación y dos titulares en Agricultura, Comunicaciones y Transportes, Desarrollo Social, Economía, la Procuraduría General de la República y Pemex. En su equipo más cercano, Calderón ha tenido dos secretarios particulares, tres jefes de la Oficina de la Presidencia, dos consejeros jurídicos. También ha impulsado la elección de dos presidentes de su partido, que parece haber perdido la unidad que fue una de sus características. Hay grupos inequívocamente inconformes, a los que sólo sujetó en recientes lances legislativos la disciplina férreamente solicitada. Son demasiados cambios para apenas el primer trienio. Indican, en la mayor parte de los casos, insatisfacción del Ejecutivo con su personal, no obstante que habían sido nombrados, los más de ellos, con base más en la lealtad y la afinidad personal que en sus aptitudes. La solidez de un equipo y su eficacia son esenciales en la realización de un buen gobierno. No habiendo esas condiciones, no hubo tampoco ese resultado.
Varios indicadores prueban esta afirmación. No obstante el crecimiento en el gasto social para abatir la pobreza creció el número de personas en la indigencia. Se incrementaron también las dificultades fiscales, al punto de que se practicaron recortes en el presupuesto 2009 y el paquete referido al año próximo tuvo como principal propósito remediar el descomunal faltante de 300,000 millones de pesos, la décima parte del presupuesto de egresos de la Federación. Esa deficiencia obedeció a imprevisiones y mal diagnóstico de la crisis, que debió ser corregido una y otra vez, cada vez en circunstancias más apremiantes.
Un gobernante que llegó en 2006 en condiciones de legitimidad precaria hubiera tenido que afianzar alianzas que fueran más rendidoras que costosas. El único vínculo que Calderón ha mantenido sin mengua, con Elba Esther Gordillo, ha significado no sólo la entrega de ínsulas de la administración y la aceptación de coaliciones electorales sujetas a la veleidad de la presidenta del sindicato magisterial, sino rezagos insalvables en una materia que debía ser impulsada sin lastres por el gobierno, como es la educación. La Alianza para la calidad educativa comenzó siendo un error, porque imprimió carácter de política pública a un documento referido a condiciones laborales, y va siendo cada vez más sólo un parapeto que esconde la permanencia de privilegios no a los maestros sino a su cúpula.
La imprescindible alianza del Presidente con el PRI sufre vaivenes y genera costos que el Ejecutivo está obligado a pagar. Le ha permitido salir avante con los presupuestos cada año, pero ese logro no ha estado exento de penalidades políticas. La Cámara de Diputados, bajo el dominio priista, modificó sólo el 3 por ciento -menos de 100 mil millones de pesos de un total de más de 3 billones de pesos-, lo que implica que el proyecto de gasto preparado en Los Pinos estará vigente en sus líneas torales. Pero antes significó al gobierno la derrota de su principal pieza recaudatoria, la contribución al combate a la pobreza, que se presentó con mucho ruido y no produjo nuez alguna, porque el PRI la rechazó. Igualmente fue ese partido el que denunció la intromisión de la Presidencia en funciones legislativas al emitir el reglamento para el otorgamiento, refrendo y revocación de concesiones en radio y televisión, que la Suprema Corte declaró inconstitucional. Ese extraño aliado con el que tiene que colaborar el gobierno -y cuyo vínculo le permitió en este primer trienio reformas al régimen de pensiones del personal público- lo frenó en el intento de eliminar tres secretarías de Estado, emprendido por el gobierno como una medida cosmética ante la exigencia generalizada de instaurar la austeridad en la administración y la política.
Si el Premio Nobel se entregara también en materia de seguridad pública y su recipiendario viniera a México, seguramente descalificaría la política de Calderón en esa materia, fracasada por dondequiera que se la vea. Los miles de muertos en los tres años recientes no han sido causados por el combate gubernamental a las bandas del narcotráfico, porque la mayor parte de ellos resultan de querellas armadas entre ellas. Pero el gobierno ha sido incapaz de desmantelar la capacidad de fuego de las mafias y de obturar sus fuentes de financiamiento, así como de contenerlas con sanciones efectivas. Los miles de capturas de maleantes de que se ufana el gobierno no se traducen ni en sentencias que castiguen la delincuencia ni en disminución de sus efectos.
Frente a la gente común, el déficit principal del gobierno al cumplir tres años ha sido no sólo el incumplimiento de promesas de campaña sino su incapacidad para dar aliento a la sociedad, en la que cunden el desánimo, la desesperanza y el temor.
En lo personal yo creo que en estos 3 años hemos tenido un gobierno -como dijo una radioescucha-: discreto, comparado con Marta Sahagún; atrevido, comparado con Fox; pobre, para los bolsillos de los mexicanos; insuficiente, en su lucha contra el narco; desatinado, en sus políticas; desafortunado, por la crisis económica y de salud a nivel mundial... Pero especialmente, hemos tenido un gobierno que no presta oído a los reclamos más inmediatos de esta sociedad.
- Amaya
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