En estos días de septiembre hay muchas celebraciones. Muchos cumpleaños y mucha fiesta patria. Acá, por ejemplo, estamos celebrando que ya cumplimos un año viviendo en Veracruz. ¡Increíble! Y bueno, también está mi primer aniversario de las radiaciones...
Justo en esos días de mudanza del año pasado, acababa de terminar mi tratamiento de radioterapia. Una parte del cabello se me había caído por completo. Eso me hacía sentir de lo más freak. Tenía la piel reseca y rara. Mi oído derecho se infectó varias veces, me dolía y escuchaba un timbre extraño: se había llevado la peor parte. Para colmo, una cebolla me sabía igual a una sandía: ¡A NADA! Había perdido también el sentido del gusto.
No me quejo. Ese mes fue intenso, cansado, frustrante, estresante, algunas veces doloroso, pero nada comparado a las historias de terror leídas, escuchadas y presenciadas por ahí. Como la de ese chavito que llegó la última semana de mi tratamiento, que iba en silla de ruedas y todo lo vomitaba y no tenía fuerzas para nada y tenía una cara de derrota que deprimía al instante.
Celebro haber pasado esa etapa con cierta dignidad. Celebro que mi cuerpo lo haya soportado sin armar gran alboroto. Celebro las conversaciones que tuve con mi yo interior. Celebro el tiempo que ya pasó sin haber caído de nuevo en la enfermedad. Celebro el apoyo de mi familia y de mis amigos en esos momentos, pero sobre todo la presencia de Aleks, de mi mamá, de Rita, de mi tío Rigo, de mi tía Naty...
Celebro la vida.
- Amaya
2 comentarios:
tantas cosas que celebrar, cada momento vivido, cada etapa superada, y tu valentía y el soporte de alex, ahora tu bb, tu trabajo, tu casa y el amor de todos los que te rodean, amigos, conocidos y familiares, también apoyándote siempre aunque aparentemente en las sombras tu papá y tu hermano.
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