Había una vez una niña llamada Georgina, perdida en un mundo complicado en formas geométricas, en discusiones políticas, en guerras absurdas y en chismes de barrio.
Georgina estaba llena de ilusiones y sueños. Era una niña con sonrisa traviesa y ojos brillantes.
Ella nunca había llorado por amor. Tal vez porque nunca se había enamorado de verdad. Tuvo la suerte de sobrevivir al dolor del rechazo. La vida le brindó siempre lo mejor.
Y siguió su camino... y encontró la felicidad en muchas esquinas, en muchos puertos... pero siempre guardó en su corazón a ese misterioso ser que la inquietaba.
Hoy, Georgina no existe... sólo es un recuerdo.
- Amaya
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