Claros, oscuros y negros
Por Carlos Tello Díaz.
Por Carlos Tello Díaz.
PROCESO Edición Especial No. 19
(…) La obra social de López Obrador fue sin duda muy importante en México. Por el bien de todos, primero los pobres fue el lema de su campaña. Lo cumplió. Su gobierno atendió de manera preferencial a los pobres y los excluidos. El apoyo a adultos mayores de 70 años con una pensión mensual fue convertido en ley durante su mandato. Hubo también ayuda a las personas con discapacidad y, en general, a los sectores más pobres de la población, con gestos como la entrega gratuita de útiles escolares o programas exitosos como la ampliación y rehabilitación de viviendas populares, que hizo que, al término de su gestión, vivieran en casas independientes más de tres cuartas partes de las familias del Distrito Federal. Durante su gobierno, así mismo, las familias con ingresos iguales –o menores- a dos salarios mínimos disminuyeron de 63% a 54%. Andrés Manuel había cumplido la mayoría de los 40 compromisos de su campaña electoral, la esencia de los cuales estaba consagrada a lo social (…)
Pero también hubo compromisos vitales que no cumplió, entre los que destacan dos: el compromiso 22 (Avanzar en el desazolve, reparación y construcción del drenaje) y el compromiso 37 (Resolver la falta de agua en Iztapalapa). En realidad son uno solo: el del agua. Hoy la situación es más grave que hace seis años (…) Los más pobres son los que más caro pagan el agua, que a menudo tienen que comprar en pipas (…) La infraestructura hidráulica no recibió nunca la atención que merece (…) Su gobierno, en efecto, no dio mantenimiento al drenaje profundo (una obra que nadie ve), no construyó plantas de tratamiento de agua (proyectadas junto con la Comisión Nacional del Agua), no bajó el nivel de fugas (por eso el oriente de la ciudad no recibe agua), no actualizó las tarifas (para no ser impopular, a pesar de que el costo del agua –lo que cuesta bombearla, potabilizarla, administrarla, desalojarla- es tres veces superior al precio que pagan los usuarios) (…)
¿Cuál es, pues, el balance de su gestión en la Ciudad de México? Apoyó programas de ayuda a la población más necesitada y emprendió obra pública que era necesaria, aunque privilegió la más visible. También incrementó la recaudación de impuesto (el predial creció 14.6% en términos reales) y redujo los gastos de la burocracia gubernamental (recortó los sueldos de los funcionarios y la cantidad de sus asesores, y los gastos de luz y teléfono del gobierno de la capital). Sus indicadores económicos, por otro lado, descendieron por debajo el promedio del país. El crecimiento económico nacional, triplicó el ritmo de crecimiento económico del Distrito Federal, y el empelo formal, que descendió en todo el país, cayó más en la capital. Respecto de la deuda de su gobierno, en fin un tema controvertido, los resultados son ambiguos. Entre diciembre de 2000 y marzo de 2005, según la Secretaría de Hacienda, la deuda pública del Distrito Federal creció 19% en términos reales, pero disminuyó medio punto en ese mismo período como porcentaje del PIB (…)
(…) La obra social de López Obrador fue sin duda muy importante en México. Por el bien de todos, primero los pobres fue el lema de su campaña. Lo cumplió. Su gobierno atendió de manera preferencial a los pobres y los excluidos. El apoyo a adultos mayores de 70 años con una pensión mensual fue convertido en ley durante su mandato. Hubo también ayuda a las personas con discapacidad y, en general, a los sectores más pobres de la población, con gestos como la entrega gratuita de útiles escolares o programas exitosos como la ampliación y rehabilitación de viviendas populares, que hizo que, al término de su gestión, vivieran en casas independientes más de tres cuartas partes de las familias del Distrito Federal. Durante su gobierno, así mismo, las familias con ingresos iguales –o menores- a dos salarios mínimos disminuyeron de 63% a 54%. Andrés Manuel había cumplido la mayoría de los 40 compromisos de su campaña electoral, la esencia de los cuales estaba consagrada a lo social (…)
Pero también hubo compromisos vitales que no cumplió, entre los que destacan dos: el compromiso 22 (Avanzar en el desazolve, reparación y construcción del drenaje) y el compromiso 37 (Resolver la falta de agua en Iztapalapa). En realidad son uno solo: el del agua. Hoy la situación es más grave que hace seis años (…) Los más pobres son los que más caro pagan el agua, que a menudo tienen que comprar en pipas (…) La infraestructura hidráulica no recibió nunca la atención que merece (…) Su gobierno, en efecto, no dio mantenimiento al drenaje profundo (una obra que nadie ve), no construyó plantas de tratamiento de agua (proyectadas junto con la Comisión Nacional del Agua), no bajó el nivel de fugas (por eso el oriente de la ciudad no recibe agua), no actualizó las tarifas (para no ser impopular, a pesar de que el costo del agua –lo que cuesta bombearla, potabilizarla, administrarla, desalojarla- es tres veces superior al precio que pagan los usuarios) (…)
¿Cuál es, pues, el balance de su gestión en la Ciudad de México? Apoyó programas de ayuda a la población más necesitada y emprendió obra pública que era necesaria, aunque privilegió la más visible. También incrementó la recaudación de impuesto (el predial creció 14.6% en términos reales) y redujo los gastos de la burocracia gubernamental (recortó los sueldos de los funcionarios y la cantidad de sus asesores, y los gastos de luz y teléfono del gobierno de la capital). Sus indicadores económicos, por otro lado, descendieron por debajo el promedio del país. El crecimiento económico nacional, triplicó el ritmo de crecimiento económico del Distrito Federal, y el empelo formal, que descendió en todo el país, cayó más en la capital. Respecto de la deuda de su gobierno, en fin un tema controvertido, los resultados son ambiguos. Entre diciembre de 2000 y marzo de 2005, según la Secretaría de Hacienda, la deuda pública del Distrito Federal creció 19% en términos reales, pero disminuyó medio punto en ese mismo período como porcentaje del PIB (…)
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