Ya lo sabía desde el principio. Su destino la marcaba. Son de esas historias que no pasan desapercibidas. Nunca llegó cuando esperaba en la playa. Era una prueba. Después cuando vio sus ojos salados suplicantes se convenció. Era su destino. Lo vio tan claramente escrito que lo asumió sin protestas. Y cada día que pasa lo comprueba...
- Amaya
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