Cuando regresé de Francia pesaba 68 kilos. Ahorita peso 53. Si me salen bien las cuentas, esto quiere decir que tenía 15 kilos más, que es casi lo mismo que estar embarazada de 5 chamacos, jajaja. Le entré bien sabroso al pan, al vino, al queso, a las crepas y a los postrecillos tan deliciosos que tienen por allá, he ahí la razón...
Subí tanto de peso que hasta las bubis me crecieron, jojo. Lo malo es que también me crecieron las caderotas, las pompotas y los cachetotes (¿pleonasmo?). Pero ya superé esa etapa...
El caso es que mi mamá le dijo a mi neurólogo que estoy muy flaca, que no me cuido, que no como, que no sé qué... y con toda esa presión maternal lo primero que me preguntó el doctor cuando fui a consulta fue algo así como:
-¿Vomitas?
Esto me demuestra lo influyentes y perseverantes que pueden llegar a ser las mamás, jaja.
Y no, no vomito...
- Amaya
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