¿Se acuerdan de Muhammad Yunus, el economista nacido en Bangladesh que ganó hace unos años el premio Nobel de la Paz por sus propuestas para combatir la pobreza?
Abro un paréntesis, citando a Wikipedia, para explicar el proyecto de Yunus:
"El Banco Grameen, fundado por Yunus en 1983, es un banco social. Su papel principal es proporcionar microcréditos: grupos de cinco individuos reciben dinero en préstamo, con muy pocos requisitos (y las tasas de interés más bajas), pero el grupo entero pierde la posibilidad de nuevos créditos si uno de ellos no logra pagar. Esto crea incentivos económicos para que el grupo actúe de forma responsable, haciendo que el banco resulte económicamente viable. La gran mayoría de los clientes (96%) son mujeres, situación inversa a la de los grandes bancos comerciales del país. El historial de pagos del banco es sorprendente también, con el 98,85% de los créditos que son devueltos. Además, el banco es propiedad de los receptores de préstamos, que poseen el 94% de la compañía (el 6% restante es propiedad del gobierno de Bangladesh)."
Bueno, pues resulta que ahora Carlos Slim y el mismo Muhammad Yunus acaban de anunciar un proyecto similar para México, con el que se otorgarán préstamos a gente de escasos recursos y con la condición de que el dinero se utilice para proyectos productivos y no para el consumo.
Está buenísimo, ¿no? Lo que me encantó es la historia de cómo surgió el proyecto de Yunus, chéquenla:
Yunus recuerda que en los años 70, él daba clases de Economía mientras afuera del salón de clases se extendía la hambruna por Bangladesh, su país, recientemente independizado. ‘Las bellas teorías’ no ayudaban a combatir la pobreza, así que buscó cómo contribuir. Encontró que muchos pobres eran víctimas de los usureros, que les prestaban con altos réditos. Junto con sus alumnos, buscó y halló a 42 personas que entre todos sólo necesitaban 27 dólares (sí, leyó bien, 27 dólares) para pagar su deuda con los usureros. Yunus los puso de su bolsillo. “La solución era muy simple. Les di el dinero y me veían como si hubiera hecho un milagro. Con 27 dólares era un ángel, otros 27 dólares me habrían convertido en un superángel”. Después le propuso a un banco que les prestara a los pobres. Como no querían hacerlo, él se ofreció como garante de los créditos. Bastó hacer las sumas: los pobres necesitaban créditos, que les servirían para cambiar su vida, y estaban dispuestos a pagar...
Si quieren saber más al respecto, denle click
aquí.
- Amaya