Más de 220 mil muertos dejó el terremoto en Haití. Más de un millón 200 mil personas que hoy viven en la calle. Un panorama bastante desolador. Confusión. Desesperanza. Enfermedades. Hambre. Miedo. Un futuro que nada promete en una tierra azotada por mil flagelos.
Ayer, 8 de marzo, hubo una marcha en honor a las víctimas del sismo del 12 de enero. Ayer, de nuevo, reinó el llanto. El común denominador eran los rostros torcidos de dolor. Los corazones desbordados. Las mentes torturadas. Las esperanzas rotas.
La fuerza de las palabras se apodera de los sobrevivientes. Son simples palabras, pero son tan poderosas que nadie se atreve ya a pronunciarlas: Temblor. Sismo. Terremoto. Réplica. Fisuras. Colapso...
Nadie quiere evocar los terribles sucesos. Los haitianos se niegan a llamar a la catástrofe por su nombre. Son recuerdos demasiado dolorosos.
“El artista”, le llaman algunos al temblor, irónicos, porque el sismo rediseñó la ciudad. “El señor”, le dicen otros con un marcado respeto. Sin embargo, el sobrenombre más común es “La cosa”.
“La cosa” que los llenó de terror y muerte. “La cosa” que se refleja en todas las miradas. “La cosa” que terminó con los pequeños oasis rodeados de miseria en una nación que se ha sumergido en una pesadilla que se vislumbra eterna.
“La cosa” que aún no termina...
- Amaya
3 comentarios:
Excelente post!!
Al final, el dolor es lo que lo vuelve impronunciable, como cualquier tragedia en nuestras vidas. Me pasó con el cáncer y tardé años en poder pronunciar la palabra. Síntoma de sanación
Simplemente maravilloso y conmovedor Amaya, gracias como siempre.
Definitivamente creo que todos nosotros tenemos palabras que nos aterrorizan y que evitamos pronunciarlas por todos los recuerdos que nos provocan.
Para mí también esa palabra fue "cáncer"...
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