Les comparto este extracto del texto de Guillermo Sheridan que está para chuparse los dedos (el texto, el autor no, aunque es simpatiquísimo):
Semana farsantaAborrezco la semana santa, esa mezcla de misticismo y celulitis. En nuestros tiempos los rituales religiosos huelen a aceite de coco. La semana santa propicia despliegues de teatralidad insulsa, tan cara al alma mexicana y a sus conflictos esenciales: la madre gime porque su hijo está en problemas, y los hijos sangran porque los abandonó su padre. Prefiero, definitivamente, las semanas laicas.Es muy curiosa la forma en que una sociedad tan autoproclamadamente jacobina se entrega al psicodrama colectivo, una gestalt tumultuaria en la que se brinca, de un día para otro, de posar desnudos para el fotógrafo gringo a disfrazarse de romanos y judíos y hablar en vosotros. Espadas de cartón y pelucas de fibracel para apóstoles de pacotilla, últimas cenas de ocasión, sanedrines al uso, jesucristos prêt-à-porter...
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