Mi abuela Aurora tenía una señora que le ayudaba con el quehacer. Crucita, se llamaba la viejita. Mis tíos agarraban de botana a mi abuela porque decían que Crucita le doblaba no sólo la edad, sino también el número de achaques que la aquejaban, así que al final del día mi abuela era la que hacía toda la limpieza "para no cansar a la pobre Crucita".
Un día, llegó mi tío Memo a la casa de la abuela y le pareció raro que nadie abriera la puerta. Entró y no había señas de vida ni en el patio, ni en la cocina, hasta que de repente se topó con Crucita y mi abuela... ¡Qué escena! Lo que vio mi tío no tiene precio:
Ahí estaban las dos, casi como en una exposición, trepadas en el enorme ventanal de la sala, con cara de dolor y en posición de "encantadas", con la frente apuntando hacia el techo pero con la ojos tratando de ver hacia el piso. Resulta que en su intento de bajar las cortinas a Crucita le dio un tirón y no se pudo mover más. Cuando mi abuela trató de ayudarla se quedó también ahí toda tiesa, así que estaban las dos señoras todas tullidas dizque ayudándose entre sí para poder bajar.
A mí esa historia me encanta y obviamente fui una de las que más molestaba a la abuela con el tema de Crucita.
- Ay, Aurora. Si todo lo haces tú, esa Crucita ni te ayuda en nada...
- Pobre Crucita, es que sus hijos no le dan ni un quinto y además platico rete a gusto con ella.
Ni hablar.
Lo malo es que ahora Aleks se burla de mí porque dice que me pongo a lavar los trastes, tender la cama, regar las plantas, recoger las cacas de Chepina, lavar la ropa y arreglar la casa para que la señora que nos ayuda no tenga tanta chamba, jaja. Y se ríe más cuando me da pena pedirle a la ñora que vaya a comprar tortillas a la tiendita de la esquina. Yo me defiendo diciéndole que se supone que ella viene a limpiar y Aleks me contesta con sarcasmo:
- ¡Ah, es que eso de mandarla a la tiendita no va con el perfil del puesto!
Ptsss...
Y es que la neta es que no me gusta estarles diciendo lo que tienen que hacer. Por eso extraño a Delia, la chava que nos ayudaba en el DF. Ah, eso sí que era productividad, eficacia e iniciativa. Un día me la encontré trepada en la cornisa de la ventana limpiando el vidrio por fuera en el quinto piso. Casi me muero cuando la vi, pero la mujer segura de sí misma, con movimientos precisos dejó la ventana rechinando de limpia y se metió como si nada mientras a mí me temblaban las patitas nomás de verla.
Era tan buena que hasta nos las queríamos llevar a Guadalajara cuando nos fuimos de ahí, pero pues no se pudo. Esa Delia y su hermana gemela sí que eran chidas y chambeadoras. Se comieron los chocolates Ghirardelli de Aleks, pero se les perdona porque me mataban de la risa con las historias de terror que me contaban de su sobrino, el temible "Torito"...
En cambio, la señora que ahorita me "ayuda" falta como si fuera millonaria. El Aleks me dijo que ya le diéramos cuello, pero ni siquiera vino el día que la iba a despedir.
Seguimos en busca de la señora perfecta...
- Amaya