Esta época del año me vuelve loca. ¡Me fascina! Toda la vida ha sido así. En cuanto se acercan las vacaciones de Semana Santa me empieza a subir el ánimo y la sola idea del sol, el mar y los cuates me pone de buen humor.
Todavía hace unos años Karlangas y yo andábamos en la eterna búsqueda del bronceado perfecto. Eso se terminó el día en que me empezaron a salir unas manchas misteriosas en las manos y luego en la cara, jaja. Tengo que confesar que me asusté, pero en esa época nuestro hit era tirarnos al sol y absorber la mayor cantidad de rayos posibles. La azotea de mi casa era el lugar perfecto para el pre-bronceado, ya saben, cuando apenas empiezan las vacaciones y uno trae la piel color blanco oficina y antes de andar paseando en bikini por la playa dando lástima, mejor te previenes subiendo a la azotea para agarrar un poco de color.
¿Y qué tal los partidos de volley en la playa? ¡Divertidísimos! O esos días enteros en la alberca del Oasis jugando waterpolo (o algo parecido) y luego las retas de futbol y las chelas bien frías. Ahhhhh...
En esos tiempos nos encantaba ir a la Expo Feria ya por la noche, después de un día muy agitado, nos subíamos a los juegos y luego nos íbamos a las terrazas de los antros. Ptsss, ¡qué bien nos la pasábamos!
¿Se acuerdan del Biba-Bar? Ahí también se ponía buenísimo. Me acuerdo que en Semana Santa se llenaba un montón y todo mundo sudaba como cerdo pero no importaba porque te encontrabas a medio Coatza, te echabas unos buenos tragos y ponían puras canciones chidas para el bailongo, o sea, pura felicidad.
Creo que lo mejor de todo es que los días rendían muchísimo. Te la pasabas todo el día en la playa, llegabas a tu casa a bañarte y ponerte guapo porque en la noche siempre había algo que hacer. Ya sea ir a la Feria, al malecón o algún antro. El chiste era terminar con la última rayita de energía para irte de dormir y despertarte al día siguiente para hacer lo mismo y pasártela bomba.
Nomás de contarles esto ya se me está haciendo agua la boca...
- Amaya