Cuando era niña, mis tíos y primos me bautizaron con cientos de apodos: gorda, empanada, canalla, hamburguesa, pelota, sope, burbuja, shampucito, eran algunos de los más comunes... No sé por qué, pero les encantaba ponerme todo tipo de nombres, era algo así como su deporte favorito.
La mayoría de los apodos hacían alusión a mi gordura de bebé... Al principio me enojaba, ya después me acostumbré y hoy todavía tengo primos que me siguen diciendo "pelota", por ejemplo.
Un día hace muuuuuuuchos años, fuimos todos a un restaurante. Todo mundo pidió algo de comer, menos yo. Todavía estaba muy chiquita, así que mi mamá ya me había dado de comer en la casa.
Así que de repente, llegó el mesero, se detuvo a mi lado con un platillo en la mano y al ver que yo no tenía nada de comer me preguntó con una sonrisa:
- ¿HAMBURGUESA?
Y yo me solté chillando de puro sentimiento...
- Amaya
5 comentarios:
Jajaja, muy divertida tu anécdota Amaya.
Jajajaja que ternura! A mi me lo dicen ahora...pero me levanto y les pego ¬_¬
jaja muy buena anecdota.. a mi me choca que mi miss me diga gordo de cariño.. me lo voya creer!!!
Hola Amaya,
Como se que andas entrenando para correr te dejo un blog chido de una corredora.
http://araizcorre.wordpress.com/
Saludos y muy linda y divertida tu anéctoda.
Saludos y felices vacaciones.
ah!!!!!!!!!!! que tiempos aquellos, esa y la de bonita???????? de donde son buenísimas.
te quiero.
lin.
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