La semana pasada un tío me envió un texto que habla sobre el matrimonio. Hay algunos pasajes que me gustaron como para compartirlos con ustedes:
El matrimonio es uno de los misterios humanos. Lo tratan muchas ciencias, como la Teología, la Filosofía, La Moral, la Etica, la Antropología, la Sociología, la Sicología y otras. Lo regulan todos los sistemas jurídicos, civiles y eclesiásticos. Pero no pueden explicarlo en su integridad. Rebasa los sistemas doctrinales. Pertenece mas bien a esas otras realidades misteriosas del hombre y de la mujer, como el sufrimiento, la muerte, el amor, el sexo, la compenetración complementaria de dos seres humanos, la creación de la vida. El matrimonio en todas sus dimensiones, es uno de esos misterios que solo parcialmente podemos comprender.
Pero es allí, en ese nivel de misterio, donde el matrimonio encuentra su profundidad, expresada en símbolos, en signos, en imágenes, una realidad superior.
En esta concepción encaja el matrimonio, como lugar de amor de dos seres, que funden sus vidas, con todo lo que eso implica: apertura al otro, relación amorosa de un Yo y un Tu, encuentro, encarnación personal y social. El amor, por esencia trasciende. Por necesidad sale del Yo para proyectarse, completarse y prolongarse en el Tu y juntos, trascenderse en la vida que se crea. Es el sentimiento de la plenitud , de la benevolencia , de la convivencia, de la compañía, de la vinculación transformadora. Es la experiencia del perdón, de la paz, de la generosidad, de la felicidad que va llenando.
Sin embargo somos humanos, por una parte tenemos limite y falla. Por otra parte, estamos hechos para llenarnos solamente con lo infinito. Ni llenamos ni nos llenan. Ningún amor en la tierra es capaz de llenarnos. Y, menos aun, el amor de Dios como lo conocemos en esta vida. Por tener limite y falla, estamos expuestos siempre a la infidelidad, a la ofensa, a la incomprensión, al egoísmo, a dejar en el otro un vacío, a la separación y a la muerte. Porque el otro tiene limite y falla, estamos expuestos siempre al vacío interior, a la añoranza de un mas allá, de algo mejor, de una verdadera plenitud. Porque tenemos capacidad de infinito, estamos expuestos siempre a la búsqueda y, por tanto, a la infidelidad y al abandono, a la insatisfacción y a la nostalgia, al ansia de una respuesta plena y exhaustiva a los anhelos del corazón.
El amor crea a través de la atracción sexual y del sexo mismo. Es la atracción mutua que el hombre y mujer sienten el uno por el otro, tanto en el sentido corporal como en el nivel de los sentimientos, de las ideas, de la psicología y de la vida. Es la atracción que hace manifiesta la vocación, la necesidad y el destino que tiene el hombre de trascenderse, de ir mas allá de si mismo, de abrirse al otro, y de rebasar sus propios limites en el otro y por el otro. Es el hombre y la mujer que están hechos para el infinito, que aquí nunca alcanza.
Amar no solamente es redimir. Es también completar con el don de uno mismo,. Y, recíprocamente, ser completado por el don del otro. La atracción entre hombre y mujer es la riqueza que se tiene de poder darse en donación, de poder completar al otro.
Así es también el ejercicio del sexo, que simultáneamente hace culminar el amor y lo genera. Amor sin atracción sexual y sin sexo no es humano, porque el hombre y la mujer no pueden amar, sino es con sus cuerpos, y a través de sus cuerpos. No tenemos otro modo.
Toda esta relación amorosa siempre lleva consigo la ambigüedad y la contradicción humanas. Es amor, pero se mezcla con dominio. Es entrega, pero puede convertirse en instrumento de poder. Es don gratuito, pero tiene su buena parte de egoísmo. Es madurez, pero es condicionamiento psicológico que se viene acumulando desde la infancia. Y allí esta la lucha, nunca plenamente resuelta. En la medida que prevalecen el amor, la entrega, el don y la madurez, disminuyen el dominio, el poder, el egoísmo y la carga negativa de la herencia psicológica, con todas sus frustraciones y sus pecados, con todas sus desviaciones y sus carencias. Porque amar es ponerse al servicio del otro. Poder y egoísmo, es dominar al otro y ponerlo al servicio de uno, constante antitesis humana y moral que debe irse resolviendo a lo largo de la vida. Si triunfan finalmente el poder, el egoísmo y la inmadurez, acabaran con el amor y, por tanto, con el matrimonio. Solo el amor podría ser medicina para esas medidas humanas. Pero, si ya no existe o ya no tiene fuerza, la herida será de muerte.
Por eso, el amor tiene que actualizar el matrimonio todos los días, no solo para enriquecerlo y profundizarlo, sino para protegerlo, en su rutina, contra todas las tentaciones, las limitantes y los peligros que lo acechan.