Las predicciones de Malthus se están haciendo realidad. El mundo está atravesando una severa crisis de alimentos. No precisamente por las razones que él argumentaba, pero los resultados son prácticamente los mismos: Demanda excesiva de granos, entre otros alimentos, y oferta reducida de los mismos.
¿Las causas? Múltiples. En primer lugar, los daños al medio ambiente están cobrando su cuota. Las largas y constantes sequías en Australia (uno de los más grandes productores de trigo en el mundo) durante los últimos años afectaron seriamente las cosechas, reduciendo la oferta y aumentando el precio. Las inundaciones en Corea del Norte y los ciclones en Bangladesh son parte de esta serie de desastres naturales.
Por otro lado, el crecimiento económico tan aplaudido de los gigantes de India y China, ha tenido sus efectos colaterales: un aumento impresionante en el poder de compra de una reciente clase media en dichos países con la consecuente demanda de más alimentos.
Y no se puede dejar de lado el tema de los biocombustibles, donde podemos ver que cada vez más y más maíz es destinado a la producción de combustibles alternativos como el etanol, convirtiéndolo en un producto casi tan deseado como el petróleo.
Estas situaciones han producido un aumento considerable de los precios del trigo, arroz, maíz y sorgo en todo el mundo. En Estados Unidos, incluso, tiendas como Wal-Mart, Costco y Sam's Club han restringido las ventas de arroz para evitar un desabasto.
Lamentablemente en México parece que todavía no nos enteramos de lo que pasa en el mundo, no nos cae el veinte porque no hemos sido testigos del caos que se ha desatado en otros países. Sin embargo, no hay que olvidar que en el mundo globalizado que tenemos ahora, siempre habrá un Efecto Mariposa. Lo que suceda en pequeños países no puede dejar de afectarnos, ya sea directa o indirectamente.
Parece mentira, pero una de las ocupaciones más despreciadas en el mundo, se está convirtiendo en una de las más redituables: Miles de agricultores en Tailandia, por ejemplo, están regresando a los campos. La comida es ahora el nuevo oro. ¿Por qué? Porque no importa el precio, siempre habrá alguien dispuesto a comprar, y no sólo eso, también estará dispuesto a pelear.
De ahí las palabras de Josette Sheeran, del Programa Mundial de Alimentos, cuando se referió a la presencia de un "tsunami silencioso" con protestas en todo el mundo, hambre y desesperación...
- Amaya